El retrato de Octaviano de la Mora
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El retrato de Octaviano de la Mora
En Galería Jardín (frente a Biblioteca) Del 22 de septiembre al 25 de octubre de 2011
El retrato de Octaviano
En esta ocasión Galería Jardín presenta una muestra de las fotografías de uno de los retratistas del país más destacados en el siglo XIX, Octaviano de la Mora. Este fotógrafo jalisciense, sin duda alguna representante de la fotografía pictorialista, obtendría reconocimiento a su trabajo fotográfico, no sólo en el país sino en el extranjero, gracias a sus retratos logrados tanto en la ciudad de Guadalajara, de personajes y familias tapatías, como en la ciudad de México.
Las imágenes aquí expuestas forman parte de la colección particular de Jaime Huerta, que amablemente prestó sus originales para ser presentados en esta exposición y a quien hacemos un especial agradecimiento por su colaboración. Los textos sobre Octaviano son parte de la investigación que realizó Rubén Rodríguez, para su libro titulado: Octaviano de la Mora, verdad y belleza del retrato.
Octaviano de la Mora (1841-1921)
A este artista se le considera el fotógrafo jalisciense más destacado del siglo XIX, nace en Atequiza Jalisco, el 24 de junio de 1841, hijo del apreciable caballero Regino de la Mora, administrador de la hacienda, y de María de la Soledad Riesch, hermana de Francisca, esposa del dueño del latifundio de Atequiza, Cástulo Gallardo González de Hermosillo.
En aquel tiempo a la hacienda de Atequiza se le conocía por ser una de las mejores cultivadas y más fértiles, ubicada a tan sólo once lenguas de Guadalajara. Pese a ser considerada la tierra más promisoria del rumbo, Octaviano dejó la hacienda y se trasladaría a Guadalajara, dejando atrás las expectativas familiares de verlo hecho todo un agricultor.
Octaviano en Guadalajara
Realizó estudios artísticos en la escuela de Artes y Oficios de México, aunque se entiende que aprendió el oficio anteriormente, en el estudio de otro fotógrafo, y que perfeccionó después en sus viajes por Europa y los Estados Unidos. Aunque se sentía con impulsos para cultivar el dibujo o la escultura, creyó más pronta su ejecución artística con la fotografía y a ésta consagró todo su talento, dándole resultados maravillosos.
Abrió un estudio fotográfico en Guadalajara (1864- 1867) que pronto alcanzó de una buena reputación, ubicado en la calle de Agustinos número 36, frente al antiguo portal que había en el lado sur del Teatro Degollado. Más tarde acondicionó una finca de su propiedad, en el portal Matamoros número 9 (hoy esquina de Colón y Pedro Moreno) en donde habría de instalar el que por largos años, fue el más famoso "salón de posiciones" de la ciudad.
En este tiempo, tomaría principalmente retratos de personajes de la ciudad, así como de familias tapatías, siguiendo el estilo pictorialista que lo llevaría a lograr imágenes de mucha nitidez y de una belleza incomparable, fiel a lo que sería su lema a lo largo de su carrera artística: fotografía, verdad y belleza.
Octaviano en Europa
Entre 1871 y 1872 Octaviano viaja a Europa y Estados Unidos en donde visitó los principales establecimientos fotográficos del mundo, que lo llevaría a practicar la fotografía al lado de los más distinguidos artistas de la época y así perfeccionar su técnica y composición. Octaviano había logrado un prestigio envidiable a partir de la perfección en la técnica del retrato.
A finales de 1873 regresó a Guadalajara y trató de habilitar un laboratorio de retratos fotográficos. Resultado de este trabajo el 16 de septiembre del año siguiente presentó una "brillante exposición" en el centro de la ciudad, donde los visitantes pudieron apreciar una magnífica colección, que iba desde las pequeñas tarjetas de visita hasta grandes fotografías de tamaño natural. Además de realizar retratos, Octaviano surtía de materiales a otros fotógrafos, vendía químicos y accesorios importados del acreditado fotógrafo y fabricante E&T Antony de Nueva York, también podría adquirirse cajas, cuadros, passe-partous o marialuisas, tarjetas y placas de bromuro de plata gelatinado.
Tres años más tarde remitió obras a la Exposición Universal de París de 1878, en donde sería premiado con la medalla de oro, único fotógrafo de la República premiado con una medalla en la Exposición Universal de París. Además de esta medalla tendría siete medallas más de primera clase, de oro y de plata, en las exposiciones del país.
Octaviano en la Ciudad de México
En 1890 De la Mora parte de Guadalajara para establecerse en la capital del país, su estudio queda a cargo de Aureliano Figueroa, su más avanzado discípulo. El estudo del portal Matamoros, luego fue ocupado por H. Ravell Sucesor y José María Lupercio, de quien ya tuvimos una muestra en Galería Jardín.
En la ciudad de México el salón fotográfico de Octaviano estuvo en el número 4 de la 2ª calle de San Francisco, una de las arterias más concurridas por la alta sociedad, que va de la Alameda a Palacio Nacional. Octaviano se sumó al grupo de los más notables fotógrafos de México, los hermanos Valleto, los Veraza, Michaud, Felipe y Manuel Torres y Charles B. Waite, y aún así su prestigio no disminuyó. Se menciona en un medio de la época que De la Mora llevó consigo sus máquinas "que pasaban por ser las mejores que hay en la República."
En 1907, después de muchos años fuera, Octaviano regresó a Guadalajara y abrió un nuevo estudio en la calle López Cotilla número 315.
La fotografía pictorialista
Se habla de pictorialismo al referirse a un tipo de fotografía que se desarrolló a finales del siglo XIX, aproximadamente entre 1880 y 1920. Este movimiento tenía como principales representantes a los fotógrafos que defendían seriamente la posibilidad de la fotografía de ser una obra de arte. De esta manera el pictorialismo nace como un movimiento elitista entre los fotógrafos que querían marcar distancia con una fotografía convencional, de aquellos que consideraban a la fotografía mera mercancía y al retrato de estudio, una práctica de poco interés, que sólo tenía un valor comercial.
Los pictorialistas verían en la fotografía un medio de expresión personal, reivindicando la posibilidad de hacer arte a través de la máquina de fotos. El camino para lograr este arte era acercarse a la pintura, tanto temáticamente como estéticamente, y así lograr imágenes con una composición y acabado pictóricos. En la composición el acercamiento se lograba al retratar temas desarrollados en la pintura repetidamente, como paisajes, retratos y bodegones, incluso teniendo como inspiración las escenas impresionistas de vistas de campo o vistas urbanas, o el gusto por la figura femenina de la pintura simbolista. En cambio en el terminado fotográfico, el acercamiento a la pintura se obtenía gracias a los procedimientos pigmentarios, a las gomas bicromatadas, los carbones o bromóleos y las tintas grasas, que permitían semejanza con el dibujo y el grabado. (tomado del libro Historia general de la fotografía de Marie-Loup Sougez)