Mimí G. Valdivia, artista
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Mimí G. Valdivia, artista
Estudiante de la Licenciatura en Arte y Creación, en diciembre de 2024 ganó una beca del PECDA, con la que hizo una residencia en el Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras en Morelia, Michoacán.
Rogelio Villarreal
La tecnología proporciona herramientas para que los artistas desarrollen nuevas propuestas. Inspira a los artistas a crear nuevas obras. Redefine la experiencia del creador y de los espectadores. Permite que el público interactúe con el arte.
Eso se puede inferir al hablar con Mariana Sofía Gómez Valdivia (Guadalajara, 2002), estudiante de la Licenciatura en Arte y Creación en el ITESO y que empieza a ser conocida en el ámbito artístico como Mimí G. Valdivia, sobre todo como una artista transdisciplinaria que explora no solamente los cruces entre el arte y la tecnología —le interesa particularmente la metodología de enseñanza STEAM, la sigla en inglés que significa ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, que integra esas áreas de conocimiento—, sino también con la biología; además, practica la cerámica.
Mimí G. Valdivia hace uso de medios alternativos, como los microorganismos —el moho—, además de elementos sonoros y electrónicos, como la pieza “Garabatos para la movilidad”, un breve video en el que con trazos fugaces y coloridos representa las calles caóticas de la ciudad de Guadalajara con el sonido de la urbe de fondo. Se trata de una pieza que creó para acompañar su investigación sobre el desordenado crecimiento del Área Metropolitana de Guadalajara que realiza en el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades”, en el periodo de Primavera 2025.
En diciembre de 2024 ganó una beca del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA) de Jalisco, con la que pudo hacer una residencia en el Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras en Morelia, Michoacán. La residencia es parte de un proceso de experimentación y formación artística del proyecto “Desmasificar la masa”, con el arte sonoro como uno de los ejes principales. El resultado fue la creación de una pieza basada en sonidos del centro de la capital tapatía, obra en la que puso en práctica los conocimientos que adquirió en los cursos del CMMAS+: Composición transmedial: sonido, imagen y corporalidad expandida, con Gabriel Gendin, y Bordes disciplinares (performance y arte conceptual como punto de encuentro entre las diferentes disciplinas artísticas), con Matias Giuliani y Silvina Laura Zicolillo.
La beca la compromete también a hacer una actividad para el Programa de Interacción Cultural y Social (PICS) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), y un taller interdisciplinario para el proyecto “Paper circuits y cartografía emocional en espacios urbanos” en el Museo del Periodismo de Guadalajara (Mupag).
Con el trabajo con moho —una intervención en papel de gran formato—, de la especie penicillium —el que crece en el pan y en frutos cítricos—, Mimí quiere establecer una analogía de la ciudad que se consume a sí misma, el proceso de contaminación y degradación y que hemos provocado y que será cada vez más difícil revertir. Como sucede con los procesos sociales, con el crecimiento del moho, dice ella, no hay control, se vuelve algo caótico.
Otro trabajo en proceso es la elaboración de kao emojis, que son emojis creados con tipografía, en el que también empleará hongos. Prepara también una instalación sonora que se llamará “Voces entre dígitos distorsionados”, sobre dígitos de contaminación y daño ambiental.
“Tanto las personas como el arte”, dice Mimí, “hacemos conexiones con nuestro entorno. Establecemos lazos con elementos que parecen lejanos, pero que innegablemente se unen a nosotros de algún modo. Me gusta tomar cosas que parecen lejanas al arte y unirlas para poder dialogar sobre temas que nos conectan con el espacio y las personas”.
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