¿Cuáles son los ecos en Jalisco de la inconformidad juvenil global?
Detalle BN6
- Inicio
- ¿Cuáles son los ecos en Jalisco de la inconformidad juvenil global?
¿Cuáles son los ecos en Jalisco de la inconformidad juvenil global?
Catalina Morfín, académica del ITESO, fue reconocida por el Imjuve por su tesis doctoral "Un atentado amoroso para recuperar la ciudad".
Enrique González
Altermundistas, globalifóbicos, indignados, inconformes… Los adjetivos que se han ido utilizando para referirse a los ciudadanos –jóvenes en su mayoría- que se han organizado para demandar cambios de toda índole en la manera en que se conduce este mundo política, económica y culturalmente, se han multiplicado en los años recientes.
Guadalajara no iba a ser la excepción –con todas sus particularidades– y desde hace más de un lustro empezaron a brotar en la ciudad movimientos juveniles organizados que querían decirle a las autoridades municipales y estatales que no estaban de acuerdo con la manera en que administraban la ciudad, su ciudad, la ciudad de todos.
Catalina Morfín, profesora, académica y coordinadora de Investigación y Posgrado en el ITESO, percibió en las aulas y en las calles tapatías esta efervescencia y la eligió como el tema central de la tesis que elaboraría en el Doctorado en Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de Occidente (Ciesas), la cual terminó en 2012 y con la cual logró una mención honorífica en el Sexto Concurso Nacional de Tesis sobre la Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve).
Titulada "Un atentado amoroso para recuperar la ciudad. Cultura política en jóvenes movilizados por la redefinición de espacios públicos en Guadalajara", su tesis doctoral puso el ojo en cinco organizaciones: Ciudad para Todos; GDL en Bici; Ciudad Alterna, que luego se reconvirtió en el Colectivo Triciclo; Metro GDL, y el Comité Salvabosque Tigre II, dedicado a proteger el bosque del Nixticuil, amenazado por inmobiliarias.
Las cuatro primeras, explica Morfín, están integradas en general por jóvenes de clase media y media alta, mientras que en el último caso sus integrantes son habitantes de Mezcala con ascendencia indígena.
"Analicé cómo la ciudad se ha convertido en un espacio que cristaliza una disputa universal en la que se da un repensar de los modelos económicos, políticos y de pensamiento actuales", dijo la investigadora.
"Descubro que hay una insatisfacción por la concepción de ciudadano que hemos adoptado, que hemos recreado desde nuestra propia cultura, una insatisfacción por el modelo económico que ha hecho prevalecer el valor de cambio [capacidad de una mercancía para ser cambiada por otras mercancías en función del trabajo que conlleva elaborarla] sobre el valor de uso [la utilidad de un producto en cuanto a la utilidad que representa] en la ciudad".
La autoridad, relata Morfín, al intentar imponer cierta manera de entender el espacio público y su uso, se enfrenta con los intereses, inquietudes y paciencia de los jóvenes, quienes tampoco ven muchas oportunidades de empleo bien remunerado.
"Lo que vivimos en Guadalajara es un eco de una crisis mundial, en la que los sistemas o la forma de pensar moderna en cuanto a democracia y economía no han resuelto los problemas que prometían resolver. Los jóvenes tenían la capacidad –al no encontrar oportunidades de empleo– de formar un grupo, un movimiento. Están invirtiendo su capital social y cultural ya no en una cuestión productiva como se les había enseñado. Se lo podían permitir [no tenían necesidades económicas acuciantes], pero también los de Nixticuil tenían esa capacidad, porque aunque eran gente con menos recursos, tenían las redes sociales y familiares que los sostenían".
Otro aspecto sobre el que Morfín reflexionó fue la atracción de estos grupos por los "triunfos" a corto plazo, citando en su trabajo a gente como el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos.
"Otra característica de estos movimientos sociales –a diferencia de otras épocas, en donde los grandes ideales se buscaban a través de metarrelatos– es que hay una búsqueda por la transformación inmediata [una ciclovía nueva, por ejemplo], no se esperan ver una transformación de largo plazo… Los pequeños triunfos cotidianos son otros de los rasgos de estos movimientos, que además los alimentaban y les daban sentido".
Amar la ciudad
El adjetivo "amoroso", reconoce Morfín, se lo "pirateó" al activista Jesús "El Negro" Soto (egresado de Filosofía y Ciencias Sociales del ITESO), uno de sus 11 sujetos entrevistados a profundidad.
"Él interpretaba que lo que ellos hacían, esas manifestaciones más bien lúdicas [por ejemplo el campamento que montaron a un lado del puente atirantado para protestar por su construcción], como un atentado amoroso a esta ciudad, querían atentar con un sentido de mucho afecto para querer transformar la ciudad en algo más positivo. Es como una contradicción, porque el atentado es violento, pero en el fondo era eso: ‘Lo hacemos porque queremos a nuestra ciudad'. Y me pareció muy simbólico".
Sin embargo, dentro de todas las acciones con un noble trasfondo que ciertamente ocurren con estos movimientos, existe una parte "menos encantadora", a decir de Morfín: su uso y aprovechamiento por parte de políticos y empresarios (a veces lo son al mismo tiempo).
"Una de las partes menos encantadoras de los movimientos no es tanto su cooptación [el gobierno, históricamente, suele contratar activistas, quienes al no cumplir las expectativas de sus excompañeros son duramente cuestionados], pero sí cómo los usan. Por ejemplo, el cambio de uso de suelo es un negocio", señala Morfín, y recuerda un ejemplo muy concreto de uso encubierto de grupos ciudadanos por parte de autoridades: la "recuperación" de la Colonia Americana.
"Eugenio Arriaga [extitular de la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara, 2008-2009] invitó explícitamente a algunos grupos: ‘Ayúdenme a repoblar Chapultepec, porque hace falta', cuando Eugenio Arriaga y varios de sus amigos tenían negocios en toda la zona de Chapultepec, bares".
Para la autoridad, la perversión es usar el discurso de la redensificación y el uso lúdico de los barrios, porque en el fondo también hay un interés económico en bares o restaurantes. Son movimientos sociales que finalmente reditúan en bolsillos privados", lamenta la académica.
Noticia