Las redes sociales pueden ser fuente de conductas patológicas
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Las redes sociales pueden ser fuente de conductas patológicas
Eduardo Quijano, académico del ITESO, indica que el uso compulsivo de redes como Twitter y Facebook puede desencadenar problemas psicológicos.
Fabián Ramírez
Imagine la siguiente situación: un grupo de amigos (todos con smarthphone) acaba de llegar a un restaurante, uno de ellos hace check in en Foursquare; otro toma una foto y tuitea que hay una larga fila, uno más pasa la dirección a otro amigo por mensaje de texto en Whatsapp, y más tarde otro toma una foto del platillo y la comparte en Instagram, que luego es vista por otros amigos en Facebook y le dan "me gusta".
Para Eduardo Quijano, coordinador de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura, este tipo de acciones son parte de las nuevas formas de estar conectado con los otros y son un factor de socialización indispensable.
Para el académico del Departamento de Estudios Socioculturales (Deso) el uso de las redes sociales en internet forma parte de las condiciones culturales del siglo XXI, y deben entenderse así, como en su momento fue considerado el uso del teléfono, la televisión o la radio.
Quijano advierte que la consulta excesiva de las actualizaciones de las redes sociales tiene consecuencias negativas como no enfocarse o concentrarse en el trabajo, en la escuela o en otro tipo de responsabilidades. "Los médicos han detectado que quienes padecen el síndrome de dispersión se dispara con el uso compulsivo de la tecnología".
La Asociación Americana de Psiquiatría define la compulsión como conductas repetitivas de actos mentales, impulsadas como respuesta a una obsesión con el fin de prevenir o reducir sensaciones de angustia o temor.
El uso de las redes tiene varios niveles: el de usuario promedio, el excesivo y el compulsivo. Que algunas personas no midan el impacto que puede tener el uso compulsivo de los teléfonos inteligentes o tabletas, el profesor del Deso lo señala como muy grave: "Hay quienes usan sus aparatos y responden mensajes cuando conducen el auto sin importarles que ponen en riesgo su vida y la de otros".
Quijano explica que los usuarios compulsivos de Facebook o Twitter, por ejemplo, experimentan una pérdida en su sentido de bienestar cuando ven publicaciones de amigos o conocidos, de situaciones o hechos que no están dentro de sus opciones, como un viaje al extranjero, la compra de un nuevo auto o una casa, un trabajo nuevo o hasta el hecho de contraer matrimonio.
Advierte también que el uso compulsivo de las redes sociales tiene consecuencias patológicas, las cuales deben llevar a un tratamiento psicológico. Comenta que desde hace un par de años algunos especialistas han llamado "miedo a estar desconectado" a la ansiedad de estar activos en las redes sociales y de querer estar enterados en cualquier momento de lo que sucede en el mundo virtual.
Lo anterior ha sido llamado como fomo y cada vez se populariza más en el vocabulario anglosajón. Se desprende de la contracción en inglés de fear of missing out, traducido como miedo a perderse algo o estar fuera de algo (eventos con amigos y familiares, fiestas, conciertos, cenas, etcétera).
El diccionario de la Oxford University Press tiene una definición más precisa de fomo, lo describe como la ansiedad de que algo emocionante o interesante puede ocurrir en algún lugar en el que no se está, del que usualmente las personas se enteran a través de publicaciones en alguna red social en internet.
"Para muchas personas que están en las redes sociales más que una sensación de envidia, es triste ver las publicaciones de otros porque se dan cuenta que no tienen las mismas opciones", dice el académico al comentar que hay quienes idealizan la vida de otros que solo muestran una parte de ella, por lo general situaciones de éxito o hechos que expresan felicidad.
"A través de las redes sociales uno descubre en tiempo real las múltiples alternativas de existir, de estar siendo, de habitar en la ciudad, de otras personas; las opciones de vida que yo no tengo, y eso a muchos les produce tristeza y hasta depresión", señala el académico.
Algunos investigadores han sugerido que las conductas de uso compulsivo de las redes sociales delatan una especie de infelicidad con la vida propia, "con la vida cercana porque entienden que lo mejor de la vida se ha desplazado a un espacio virtual mucho más grande, con más emociones, con risas y sonrisas, de ser aceptado y reconocido", considera Quijano.
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