Exhiben la impunidad a través del cartel

Adriana López Acosta

La fotografía del monje budista prendiéndose fuego en 1963 en la intersección de una calle de Saigón, de Malcom Browne, visibilizó al resto del mundo la situación de los budistas perseguidos en Vietnam. La esvástica, utilizada por las culturas hindú y budista con sentido positivo y espiritual, se convirtió en el símbolo de la fuerza alemana del Partido Nazi, y luego en el pictograma de la intolerancia.

Las imágenes y diseños se convierten en símbolos que atraen masas, que abren discusiones o las callan.

"La gráfica es un arma muy poderosa, hasta las grandes marcas lo saben, y tienen mucho que agradecerle a los diseñadores y creativos", dijo Claudia Tello, diseñadora y fundadora de la asociación Escucha mi Voz. "Vamos a utilizar esta poderosísima arma en favor de nosotros mismos como sociedad. Busquemos una reflexión".

A partir del 28 de febrero en la Galería Jardín del ITESO, el pasillo frente a la Cafetería Pedro Arrupe, SJ; la Plaza de los 50 Años y en el edificio Xavier Scheifler, SJ se muestra una serie de carteles que hacen alusión a la impunidad con diferentes motivos y mensajes.

Estos 40 carteles son el resultado del concurso "Vencer la Impunidad", de la asociación que, por medio del lenguaje pictórico, difunde temas de relevancia social.

La inauguración de la muestra se realizó el jueves 6 de marzo frente a la Galería Jardín, con la participación de Tello, Jesús González Alcántara, integrante del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, y Juan Carlos Núñez, director de Integración Comunitaria (DIC).

Carlos Peralta, coordinador del Programa de Derechos Humanos y Paz del Centro de Investigación y Formación Social (CIFS), desatacó la importancia del trabajo de comunicadores, diseñadores y educadores que profundizan en la cultura y en el ser de las personas.

"Luchamos a través de la sensibilización y de la concientización, y a partir de ahí creamos una conciencia crítica que no solo genere cambios constitucionales, sino que se arraigue en las personas", dijo Peralta.

Tello declaró que las materias primas de Escucha mi Voz son la creatividad y el diseño, pero por encima de ello está la participación social. Para esta segunda edición del concurso, participaron 348 carteles provenientes de países como México, Ecuador, Venezuela, Argentina y Bolivia principalmente, de los cuales se eligieron los 40 que están en las instalaciones de la universidad.

La misma exposición también se encuentra en el Museo Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México. De acuerdo con González, eufemismos como "personas en situación de vulnerabilidad", "niños en situación de calle", hacen que se olvide de hablar de pobreza, de injusticia y de denunciar el sistema que sostiene y reproduce esas y otras condiciones.

"El arte que promueve Escucha mi Voz llega a límites que el discurso tradicional de los derechos humanos no alcanza", dijo.

"El discurso de un cartel se convierte en un medio importante para provocarnos, preferencialmente junto a los pobres, a luchar por nuestro legítimos derechos democráticos".

En su intervención, Núñez reconoció que el problema de la impunidad es también el miedo de los ciudadanos que, en lugar de tomar acciones, buscan protegerse  como mejor pueden. "El cartel es el arte de la síntesis", dijo el titular de la DIC. "Su éxito estriba en poder dar un mensaje a la pasada, en segundos. No es el arte del museo resguardado para ser contemplado con calma, está hecho para estar en la calle, para interpelar a la gente que corre de un lado a otro. Por eso tiene que ser sencillo y claro, es el arte de la destilación, y por ende, es mucho más difícil".

Sin embargo, coincidieron todos, los carteles no pueden hacerlo todo, ese es el discurso de los eslóganes y no de las ideas. La exposición permanecerá abierta al público hasta el 11 de abril.