Analizan la situación de México antes de la llegada de los jesuitas
Para explicar cómo era el escenario al que llegaron los jesuitas en 1572, Rodrigo Martínez Baracs, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sostuvo una charla en la explicó el surgimiento y crecimiento de México Tenochtitlan y qué pasó luego de la llegada de los españoles.
Édgar Velasco
En agosto de 1521, luego de tres meses de sitio, México Tenochtitlan cayó ante el asedio de los españoles. Por lo general eso dicen los libros y esa es la historia que se repite de manera oficial. Pero la historia nunca es una. Por ejemplo, sobre la caída de la capital del imperio mexica no se menciona que ésta estaba dividida en dos: México Tenochtitlan y México Tlatelolco, por lo que hoy se conoce como La Lagunilla, y que aunque la primera cayó primero, la segunda opuso resistencia durante más tiempo. En torno a esos matices que muchas veces se pasan de largo versó la charla "México Tenochtitlan: el momento del colapso", a cargo del historiador Rodrigo Martínez Baracs y que tuvo lugar durante la tercera jornada del VII Encuentro del Humanismo y las Humanidades, que tiene como tema principal el 450 aniversario de la llegada de la Compañía de Jesús a la América Septentrional.
Para comenzar su disertación, y luego de celebrar el regreso a la presencialidad, Rodrigo Martínez comenzó preguntándose si en verdad había habido un colapso en 1521 luego de la caída de la parte tenochca de la capital del imperio. "Nadie habla de la importancia de la parte tlatelolca, se quitó de la historia", dijo el investigador del INAH, para luego explicar que estas cosas son comunes. Tan comunes, por ejemplo, como no mencionar que cuando los aztecas llegaron al lago de Texcoco, la isla llamada Mexico —del nahua metztli, que significa Luna; xictli, ombligo o centro; y co, lugar: "en el ombligo de la Luna"— y había sido bautizada así por los nahuas. Pero también era nombrada Amadetzáná —que significa lo mismo— por los otomíes. "El nombre México —meshico— no lo inventaron los mexicas, ellos lo reconstruyeron. Tan es así que no hay un glifo para referirse a México, como sí lo hay para Tenochtitlan —que significa "cerca de los tunales" o "lugar del tunal entre piedras".
Sobre la diversidad de registros historiográficos para estos hechos, Rodrigo Martínez explicó que "todas las fuentes deben ser criticadas, cuestionadas, incluso las prehispánicas". Posteriormente, explicó cómo fue la expansión de Tenochititlan y Tlatelolco, y cómo el poder de la primera terminó imponiéndose sobre la segunda, aun cuando la parte tlatelolca ya era conocida por tener "un gran mercado y un gran centro ceremonial".
El historiador recordó que en su momento de mayor crecimiento la capital congregó a cerca de 250 mil habitantes, colocándose como la ciudad más grande del continente y muy posiblemente del mundo en esa época. Recordó que el imperio mexica se caracterizó por su señorío teocrático, militarista y sacrificial, ésta última práctica con una faceta antropofágica. Destacó que la gran ciudad se distinguía por sus edificios, por la práctica de la astronomía y por el arte en piedra. Este último comentario sirvió para dar pie a una disertación sobre la diferencia en los avances tecnológicos de los habitantes de América y los que llegaron del Viejo Continente. "Había un atraso tecnológico notable. Para explicarlo me gusta retomar la idea de Miguel León Portilla, quien hablaba de que había ocurrido un encuentro entre dos mundos: uno, América y otro, Europa-Asia-África". Puso como ejemplo que mientras en el lado de Europa, Asia y África la revolución agrícola ocurrió aproximadamente 5 mil años antes de la era común, en América ocurrió hace más o menos 3 mil años. "Los otros tres continentes, unidos por tierra y por el Mediterráneo, implicaban más gente y, por lo tanto, más invenciones. En América los incas no supieron de la existencia de los mexicas, por ejemplo", dijo el investigador.
Otro aspecto que tocó Rodrigo Martínez fue lo que calificó como "la catástrofe demográfica" que significó la llegada de los conquistadores. Al igual que el retraso tecnológico, ésta se explica por las condiciones de aislamiento en que vivían los pueblos nativos de América, lo que los colocó en una desventaja en lo que inmunización se refiere. "A veces digo que, después de cruzar por el Estrecho de Bering, los habitantes de América vivieron 10 mil años de soledad", bromeó. Y luego, señaló que la llegada de los conquistadores implicó "una revolución profunda que trajo muchos cambios que se han venido dando a lo largo de los siglos, aun en estos tiempos".
Luego de la ponencia de Rodrigo Martínez, el jesuita Juan Carlos Henríquez, de la Ibero Ciudad de México, hizo un breve comentario en el que retomó el punto de partida de Martínez, al señalar que "es importante hacer a un lado la idea de que fue sólo un pueblo el conquistado, sino que fueron varios, muy diversos. Siempre pensamos en uno, pero esa información es falsa". También puso en relieve la radicalidad que implicó el contacto con los avances tecnológicos de la época.
El VII Encuentro del Humanismo y las Humanidades concluyó el 10 de noviembre.