El arte es importante, no es sólo el betún del pastel
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"El arte es importante, no es sólo el betún del pastel"
T. Frank Kennedy, SJ, uno de los fundadores del Departamento de Música del Boston College, reflexiona sobre la relación entre la música y las obras de la Compañía de Jesús.
Judith Morán
La música puede dar pistas sobre la identidad de la humanidad y ha estado presente a lo largo de la historia de la Compañía de Jesús, relata T. Frank Kennedy, SJ, uno de los fundadores del Departamento de Música del Boston College, en Chestnut Hill, Massachusetts, Estados Unidos.
"Nunca hubo muchos jesuitas músicos y cuando ellos aparecían, cuando Dios los enviaba a la Compañía, los ponían en posiciones donde pueden ser muy útiles, frecuentemente en la escuela", señala Kennedy, durante una entrevista posterior a su participación en el IV Encuentro El Humanismo y las Humanidades en la Tradición Educativa de la Compañía de Jesús en el ITESO, celebrado en noviembre pasado.
Al explicar uno de los ejercicios de su clase de apreciación musical en la que pide a sus estudiantes describir, por ejemplo, la Quinta sinfonía de Ludwig van Beethoven, ¿a qué lugar interior los lleva la melodía?, el académico afirma que "la música como arte es tremendamente importante para ayudar a las personas a entender quiénes son como seres humanos. Y si no tienen esa experiencia, o nunca reflexionan sobre ello, es una pérdida".
Su misión en Boston College fue crear una cultura musical. Hoy día, el coro de la universidad estadounidense cuenta con 175 voces de hombres y mujeres, y cada una debe audicionar cada año.
"Si las artes no están, de alguna manera, sembradas en el currículum universitario, no crecerán, porque se necesita cierto profesionalismo en aprender y en enseñar. Se deben tener cursos serios para empezar a construir algo", dice a manera de guía sobre cómo iniciar un acercamiento a la música, y agrega "es una forma de seguir diciendo que el arte es importante, no sólo el betún del pastel".
Música para acercar comunidades
Jesuita non cantat (jesuitas no cantan) es un mito sobre la Compañía de Jesús. Ignacio de Loyola amaba la música. En ese entonces había una prohibición en contra de la música en un contexto donde las órdenes religiosas estaban obligadas a cantar el oficio divino, relata Kennedy.
"Ignacio tenía una nueva idea, quería a sus jesuitas trabajando para la gente, en el ministerio del mundo. Dijo ‘no los quiero atados a los cantos del oficio' y lo hizo una regla", comenta.
Sin embargo, el académico cuenta que los jesuitas usaban la música, en las misiones en Italia y España, para cantar el catecismo y construir comunidad. Por ejemplo, a finales del Siglo XVIII se instaló un conservatorio al que otras comunidades enviaban a personas a estudiar música y aprender a construir instrumentos. Tras dos años regresaban a su lugar de origen a enseñar lo aprendido.
"(De la música) que venía de Europa, se hacían copias y las enviaban a los pueblos para el uso de la orquesta y los músicos. Es una red muy interesante, antes de que nosotros usáramos la palabra networking, ellos ya lo hacían", finaliza Kennedy.
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