Todo empezó con lápiz y papel
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Todo empezó con lápiz y papel
Adrián Guerrero es artista visual, cinéfilo, montañista y profesor del ITESO. De su mente surgieron las piezas de arte con que el FICG reconoce a las cintas acreedoras al Premio Maguey y al Premio de la Prensa.
Enrique González
Lápiz y papel han estado en las manos de Adrián Guerrero (Guadalajara, 1975) desde que era niño, gracias a su papá.
Fue un "Toto" tapatío, un pequeño que se metía a manipular películas en salas como la Greta Garbo, al más puro estilo del inolvidable personaje de Cinema Paradiso. Por distintas razones, hubo una época en la que se hartó del cine.
Cada cierto tiempo se trae "un pedacito de paz de los cerros" al hacer alpinismo. Trabaja para el Gobierno de Guadalajara. En el ITESO imparte el "Taller de escultura en cerámica", y es el artista detrás de las obras con las que el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) reconoce a los filmes ganadores del Premio Maguey (diversidad sexual). La Red Mexicana de Prensa Cinematográfica hace lo propio con un par de cortometrajes documentales mexicanos y les entrega a los realizadores la pieza "El guerrero de la prensa".
¿Qué piensas de que tu pieza (el Premio Maguey) la haya ganado este año Gloria Trevi?
Trevi no es un santo de mi devoción, pero me gusta mucho el Premio Maguey, porque promueve una sociedad que, lejos de ser tolerante, entienda, porque no debemos tolerar, debemos entender, que es distinto.
¿Cuál fue tu primer contacto con el arte, con la arcilla, con el lodo?
Fue con el lápiz. Tengo un papá (Jesús Guerrero Santos, uno de los artistas jaliscienses más importantes de los últimos decenios, egresado del ITESO) que desde que tengo uso de razón me llevó a un museo y me puso un papel en blanco y un lápiz enfrente. Mi papá dibujaba muy bien… Yo no lo hago igual que él.
¿Qué autores te han devuelto el placer por el cine?
(Krzysztof) Kieslowski me gusta muchísimo, pero me puede partir la boca. Me puede partir la boca también (Peter) Greenaway; para mí sus cintas es como si hubieran agarrado la plástica y el cine, los hubieran juntado en una licuadora. Me quito el sombrero. (Federico) Fellini es un clásico que también me puede encantar; Bergman a veces sí y a veces no...
¿Qué tal se vive como artista plástico en Guadalajara?
Se vive como cada quién quiere vivir. Es difícil, pero es un placer. La verdad, si no tuviera todos los días retos económicos –como ha sido para mí en ciertas épocas– no continuaría, no tendría chiste.
¿Haces otras cosas además de ser artista visual?
Tengo desde e1999 de lleno en el arte contemporáneo. Ahora, en los últimos meses (desde octubre) colaboro con el Ayuntamiento de Guadalajara, donde soy director creativo de Proyectos del espacio público. Siempre he sido un crítico del gobierno y estar ahora dentro me hace querer hacer las cosas bien para que caminemos mejor.
¿Cómo preparas tus cursos?
Uso la cerámica como pretexto. En lo que dura un semestre no puedo hacer un ceramista o un artista, pero sí puedo hacerlos que se cuestionen a través de una pieza. Cada individuo es diferente y trabaja distinto, así que me voy haciendo un compañero de un proceso de cuestionamientos, no tanto un maestro.
¿Qué ciudades o espacios han significado algo importante en tu formación?
La montaña. Estuve en el Instituto de Ciencias y ahí me topé con el CAIC, así que he practicado el montañismo por más de 25 años; ahí está mi súper hit. No necesito estar en un museo o en una ciudad, a veces no aguanto y simplemente corro al Nevado (de Colima). De la montaña me traigo silencio, que no tiene precio; es como traerte un pedacito de paz del cerro.
Adrián lleva tres años sin ir a una montaña, justo la edad de su hija Julieta. "Ya no me puedo andar arriesgando tanto".
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