Una buena causa, muchas manos
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Una buena causa, muchas manos
El proyecto que, de la mano con vecinos de la colonia Mesa de Los Ocotes, ha levantado con técnicas constructivas de reciclaje un centro comunitario donde antes había un baldío y una modesta capilla, recibirá el Premio Arrupe, SJ.
Enrique González
En pleno cerro, en un baldío en el que la tierra solía ser el personaje principal y donde apenas se levantaba una sencilla capilla, entre 250 y 300 vecinos de la colonia Mesa de Los Ocotes se reúnen cada jueves para conversar, pensar cómo mejorar el lugar en el que viven, recibir talleres de formación humana por parte de un voluntariado y escuchar misa.
El lugar no tenía ni techos ni baños. El transporte público no llega.
A pesar de todo, este lugar era el centro comunitario de una de las zonas con mayor rezago social en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), un lugar de asentamientos irregulares con más de 20 años de historia, ubicado en esos cerros que se alcanzan a ver más allá de Periférico Norte.
El Voluntariado Estamos Contigo ya tenía tiempo construyendo una base social entre los vecinos, pero faltaba ver algo concreto que le diera sentido a los esfuerzos de la comunidad.
Fue entonces cuando se acercaron a la universidad, específicamente al Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) "Regeneración social del espacio público", que está vinculado con la Cátedra Unesco-ITESO. Alumnos de Ingeniería Civil, Diseño y Arquitectura empezaron en agosto del año pasado las labores de reconocimiento del terreno, de construcción de confianza con los ciudadanos y de gestión social y financiera para levantar el Recinto Comunitario del Sagrado Corazón de Jesús.
"No se trataba solamente de llegar y decir: ‘esto es lo que diseñamos y esto es lo que van a hacer', sino que junto con la comunidad propusimos construir un complejo de nueve terrazas con los servicios básicos para que realicen diferentes actividades", explica Perla López, estudiante de Arquitectura del ITESO.
Y lo hicieron con un sistema constructivo basado no en ladrillos o en adobe, sino en botellas de PET rellenas de arena de río.
Eliot Rivas, Miguel Olea y Mauricio González, estudiantes de Ingeniería Civil; Denisse Corona, Perla, Rodrigo Ortega y Natalia Vázquez, alumnos de Arquitectura, y Edith Pérez, quien cursa la Licenciatura en Diseño, guiados por Raúl Díaz y Carlos Pelayo, profesores del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU), se sumergieron en las problemáticas de la colonia, escucharon a sus habitantes, solventaron las dudas de los pobladores, tomaron notas, midieron el terreno, trazaron bocetos y armaron un proyecto para obtener fondos de una fundación regiomontana.
"Este proyecto de intervención socioespacial está vinculado con los principios conceptuales de la Cátedra Unesco-ITESO, es decir, es un proceso de intervención basado en la participación ciudadana significativa", refiere Díaz, quien es doctor en Estudios Urbanos.
"¿Qué quiere decir esto? Que hay dos objetivos principales: fortalecer las capacidades autogestivas de personas que viven en condiciones de pobreza, exclusión y marginación, e implementar un proceso de construcción colectiva en el que el proyecto no lo define ni la academia ni la comunidad. Es un proyecto muy dialogado que provoca desde su origen mucha convivencia con la gente".
"Esta obra es nuestra"
La gente dudó, pero participó. Llevan mil 200 botellas colocadas. Con los 150 mil pesos de arranque que consiguieron de la fundación de Monterrey y el programa peso por peso del voluntariado (por cada peso que pone la comunidad ellos ponen otro) ya están avanzadas cinco terrazas y en estos días se terminará la primera.
"Este sistema funciona en comunidad. Además, tiene la bondad de que reutilizas tus desechos. Llegamos a la conclusión de que sólo si todos aportan ladrillito por ladrillito se construye ese sentido de pertenencia en el que la gente dice: ‘yo hice diez de los ladrillos que están allí puestos'", señala Denisse.
"Me quedo con el trabajo en equipo, con el respeto que hubo a las opiniones de todos, con habernos ganado el cariño y la confianza de la gente. Ahora puedo ver a la comunidad como un ‘cliente' diferente al cual apoyas no para ganar dinero, sino algo más valioso: experiencia y la posibilidad de aportarles algo", afirma Rivas.
Antes de llegar a convencer a los vecinos de Mesa de Los Ocotes que esos "ladrillos" hechos con botellas de plástico funcionarían, los estudiantes tenían que estar convencidos.
Natalia recuerda que hicieron pruebas en el ITESO. Sacaban botellas de la basura, pedían arena en los laboratorios del edificio H, medían, pesaban, hacían pruebas de resistencia y elaboraron un "Manual de autoconstrucción con botellas". Se trata de un sistema utilizado en varios proyectos latinoamericanos, afirman.
El proyecto recibirá el Reconocimiento Pedro Arrupe el miércoles 11 de mayo, a las 11:00 horas, en el Auditorio D1.
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