Historias de niños y adultos para contar la realidad del país
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Historias de niños y adultos para contar la realidad del país
Paloma Patlán, egresada de Relaciones Internacionales, publicó un libro infantil y trabaja en un documental sobre el asesinato de un migrante.
Enrique González
"Todo lo que escribo –excepto lo infantil– es oscuro". Paloma Patlán dedicó buena parte de su tiempo como estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del ITESO para imbuirse en la producción de documentales sociales, en los cuales la participación de la gente fue fundamental. Lo hizo en Chiapas y en Zapotlanejo.
Personas, allá y de acá, narraron sobre la manera en que viven sus anhelos y sus preocupaciones.
Fue en una de esas travesías, por el sur del país, cuando empezó a ver la luz Toto, Nina y su cosecha celestial, su debut literario, un relato infantil ilustrado por su socio y amigo Chiki en el que una niña y su perro "parecen ser uno mismo", viven en "la montaña más alta" y son autosuficientes gracias a que consumen las frutas y verduras que ellos mismos siembran y cosechan.
"El libro trata sobre soberanía alimentaria. Hay una relación muy estrecha entre ellos y cuenta cómo desde que se conocen hasta que el perro es viejo han tenido esta relación fraternal, además de cómo una niña tiene el desapego para poder dejar ir a su mascota", relata Paloma, quien se inspiró en la relación entre el perro y la señora que en 2014 fue su anfitriona en una montaña de San Cristóbal de las Casas, adonde llegó para grabar varios documentales con comunidades zapatistas.
Uno de los objetivos de este cuento infantil es que los niños desarrollen una visión crítica del mundo, dice Paloma.
"Suena complicado, pero se puede. Es la edad en que te comienzas a preguntar de dónde vienen las cosas, por qué mis papás hacen esto o lo otro".
Toda la fantasía y el amor presentes en las líneas que unen a Nina y Toto son, lo reconoce la autora tapatía, una vía de escape de esa oscuridad que México le transmite y la cual permea sus otros proyectos.
"Recurro a contar la violencia, a narrar las historias que otros me cuentan. La gente me pregunta cómo puedo pasar de eso todo negro a la literatura infantil, y cuando yo misma me hago esa pregunta retomo una plática que tuve con mi hermana, a quien le pregunté: ¿de qué sirve difundir esto [unos cuentos infantiles que hacía con un amigo y subían a Facebook] cuando todos los días vemos cosas tan violentas, cuando hay cosas más importante que contar? Y ella me respondió: ‘precisamente porque eso es lo que vemos todos los días'".
Ver el mundo con otros ojos
Paloma lleva años posando su mirada sobre las peores facetas del fenómeno migratorio que vive México desde hace años (cientos de miles de centroamericanos atravesando el país y sufriendo toda clase de violencia y violaciones a sus derechos más básicos), por ejemplo, desde su trabajo en un albergue de la Iniciativa Kino para la Frontera o a través de conversaciones con mujeres de Zapotlanejo que vieron partir hacia Estados Unidos a sus hijos y parejas.
Hoy trata de sacar adelante un documental en torno a un migrante hondureño asesinado en Celaya hace algunos meses. "Todo es muy oscuro… lo asesinaron dos uniformados. Hay un video que muestra el crimen y tengo contacto con el periodista estadounidense que investiga el caso y con la familia del fallecido".
La pérdida se perfila como un elemento transversal a lo largo de los relatos que Paloma quiere contar. Recuerda que siendo una niña, lo más fuerte que le ocurrió fue la muerte de sus perros pastores alemanes. Eran las relaciones más estrechas que tenía con otros seres vivos. A su favorito se lo robaron y no se pudo despedir de él.
El libro fue asesorado por la poeta Carmen Villoro. "Para mí fue el mayor premio, es alguien a quien ya leía y me gusta mucho", comenta Paloma, quien sacó de la imprenta mil ejemplares con el dinero que obtuvo como becaria del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.
"Como decía Cortázar: ‘escribir un cuento es como terminar con alguien en el segundo round', porque tienes que atrapar al lector en una página o dos y abrir el mundo que estás construyendo en un final muy corto. Las personas que escriben cuento son a las que más admiro".
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