Recuento de los acercamientos: reaprender a ser hombre
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Recuento de los acercamientos: reaprender a ser hombre
Mtro. Efraín Jiménez Romo/ Coincide
¿#Me Too? ¿qué es eso? ¿están haciendo denuncias públicas de hombres en nuestro país, en nuestra ciudad y en nuestros lugares de trabajo? Yo ya tenía conocimiento general sobre el movimiento social feminista, pero captó más mi atención en la detonación del fenómeno #Me Too en México, por ahí del 2019.
En ese momento, se sacudieron conciencias de miles de personas, se abrieron debates sobre las violencias de género impunes, muchas veces aplaudidas histórica y sistemáticamente, no se discutía de forma general y conceptual sobre las violencias, desigualdades y abusos; ahora se mencionaban casos y ejemplos con nombre y cara.
Muchos de los casos denunciados no eran nuevos, eran conocidos por las familias, instituciones, y compañeros de trabajo, pero habían sido minimizados, silenciados y muchas veces normalizados. Después entendí el concepto de “pacto patriarcal” que había contribuido a que todo se resolviera barriéndolo debajo de las alfombras.
Había una nueva lectura generacional, aquellas compañeras y amigas que habían vivido situaciones similares cuando fueron estudiantes hace 30 años y “no lo habían considerado como agresiones” solo se guardaron el secreto por vergüenza. En estos tiempos, se ven desde una reflexión más profunda, se descubren actitudes de compañeros, profesores o jefes que ahora se reconocen como intolerables y sumamente violentas.
También había posturas de personas de mi generación y mayores, desde una crítica hacia las nuevas generaciones, considerándolas como débiles y exageradas, contando historias terroríficas de violencia, pero con mucho orgullo de haber salido adelante y “sin traumas”.
Sin embargo, ante todo este panorama, yo me seguía cuestionando muchísimas cosas. Por una parte, meditaba qué de todas las acciones y prácticas machistas estaba encarnando y reproduciendo, qué cosas no estaba alcanzando a ver, analizando los privilegios y desigualdades de los cuales estaba formado parte y todavía sin saber por dónde entrarle.
En un primer momento tuve dudas respecto a esta figura o concepto de “aliado”, con el que al final no terminé de sentirme cómodo, ya que ciertos grupos de mujeres consideran a los aliados como figuras que buscan ganar reflectores o protagonismo, y esto era lo último que quería. Entonces, decidí que por ahí no era.
Otro momento crucial, fue cuando las estudiantes de la universidad ITESO organizaron un foro titulado “Con Derecho a Decidir”, el estar ahí y escucharlas detonó en mí muchas más reflexiones de una lucha articulada de mujeres con mucho trayecto de reflexión y propuesta. Una lucha que denunciaba el ejercicio de sus derechos enfrentándose a una cultura tapatía que les cuestionaba y recriminaba en la lucha.
En el marco de la conmemoración del 8M y el 9M, las denuncias fueron mucho más visibilizadas y con mayor fuerza. Los hombres de las instituciones, escuelas, y negocios nos hacíamos cada vez más preguntas ante su ausencia. Reflexionamos respecto a los derechos laborales, las aportaciones fundamentales de las mujeres, analizamos las desigualdades, las brechas salariales, entre otros aspectos. Sin embargo, hay que decir que los diálogos no eran todos en el mismo sentido, he tenido y sigo teniendo discusiones con mis pares, que aún cuestionan y descalifican una realidad desigual.
Las marchas organizadas en el Área Metropolitana de Guadalajara (que, por cierto, han sido de las más concurridas en la historia de nuestra ciudad), se convirtieron en un espacio para la denuncia, evidenciando las desapariciones, feminicidios y muchas formas de violencias. Allí, se solidarizan, se sororizan con rabia para exigir justicia. Observé cómo mi esposa y mi hija se sumaron a las marchas, lo cual, me puso frente a una realidad más cercana que me interpela más a responder la pregunta: ¿qué nos toca hacer a los hombres frente a esto?
En la universidad, varios varones nos organizamos y comenzamos a generar espacios de diálogo motivados por el 8M y 9M. En las primeras reflexiones, llegamos a la conclusión que lo que tocaba era callarnos y escucharlas. En estos círculos se manifestó de forma general un reconocimiento, la culpa por una cultura de violencia y la desigualdad que ejercemos, sin quererla ver, ejerciendo privilegios y pactos que perpetúan el sistema.
Al terminar el mes de marzo, las cosas se apagaban y aunque había algunas iniciativas desarticuladas, comenzábamos a reconocernos algunos compañeros que sabíamos que esto era apenas el comienzo. Entendimos que tocaba dar seguimiento desde nuestra trinchera. Surgieron algunos académicos quienes por su parte también estaban involucrados en el tema, así como miembros del colectivo CANOA. Fue así como decidimos convocar a círculos de hombres, reuniones periódicas de reflexión en las que se integraran alumnos, profes y académicos, pero, no es un tema taquillero y terminábamos asistiendo no más de 7 u 8 personas.
Desde las autoridades institucionales también se movieron cosas y los asuntos de género se volvieron un tema prioritario. Se conformaron instancias como el Comité para atender asuntos de género y el conjunto estructurado de materias en este tema.
Hace un año en la Dirección de Integración Comunitaria (DIC), iniciamos un proceso de cuestionar qué se debería hacer para que los hombres continuáramos en la reflexión, pero también en la propuesta y la acción. Ya habíamos pasado de un primer momento de reacción ante las actividades, manifestaciones, y espacios generados por las mujeres, sobre todo en el marco del 8M y 9M, pero sabíamos que no era suficiente, así que, en vinculación con el Colectivo CANOA, se diseñó un espacio permanente dirigido a los hombres de esta dirección. Allí se pudo establecer un piso común para aquellos que hemos estado cercanos (y también para los que no) en asuntos de equidad de género.
No ha sido sencillo, no podría decir que hay un interés generalizado de todos los hombres de la comunidad universitaria. No obstante, para quienes hemos logrado integrarnos a los círculos, pudimos reflexionar acerca de las desigualdades en cuestión de género, cuestionar qué aspectos de nuestra forma de proceder son roles y prejuicios culturales, que incluso tampoco nos favorecen a nosotros, y también comenzar a proponer cómo queremos construirnos.
Hasta el momento pudiera decir que es muy complejo generar cambios desde un problema que no se reconoce. Es muy incómodo cuestionarnos bajo el supuesto de trabajarnos a costa de exponernos. Tal vez exista el temor de perder privilegios, sin caer en cuenta que estar en condiciones de equidad nos conviene a todos y a todas.
Por otra parte, creo que en este tema he roto la lógica de que sean los docentes y académicos quienes impulsen procesos de transformación. En mi caso, han sido los estudiantes los que me interpelan y sorprenden desde otro lugar, otro momento, desde sus reflexiones, posturas y acciones.
Sé que no son cambios que se generarán al corto plazo, vemos cómo ciertas acciones estructurales se perpetúan y se replican generación tras generación. Serán la capacidad de organización y colectividad quienes vayan rompiendo y encontrando grietas para convivir de una manera distinta.
En este sentido, para hacer procesos más consolidados, es clave hacer esfuerzos en distintas direcciones y dimensiones, desde políticas públicas, políticas institucionales- laborales, procesos formativos, pero también desde las bases, desde los estudiantes y organizaciones de la sociedad civil.
Por mi parte, me toca construir alianzas entre otros colegas haciendo red y tomando acuerdos en nuevas formas más sanas de relacionarnos con nosotros mismos y con los y las demás, continuar transversalizando el tema de género en los múltiples espacios de nuestra universidad y en casa desde la formación de nuestros hijxs pero eso sí, no hay marcha atrás.
Para todos aquellos que quieren sumarse, no duden en acercarse ya sea en el proyecto de formación para miembros de la DIC o al resto de hombres de la comunidad universitaria, en los próximos círculos programados. Consulta las fechas escribiendo a pildora@iteso.mx