Invitación a la lucha colectiva: conversación con Silvia Federici
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Invitación a la lucha colectiva: conversación con Silvia Federici
Estudiantes del curso de verano internacional "Equidad y género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual", conversaron con Silvia Federici, reconocida escritora, profesora y activista feminista; sobre la división sexual del trabajo y los impactos de la pandemia en la vida de las mujeres.
Por Mariana de Obeso y Jéssica Roldán
Alumnas de Relaciones Internacionales y Gestión Pública y Políticas Globales
Uno de los aportes más importantes de los movimientos feministas es la comprensión de la organización social y política del trabajo doméstico, la crianza y cuidado de la salud, áreas que se dicen son doméstica-privada y que no lo son. Son terreno fundamental de producción capitalista, de lucha y transformación social", apunta Silvia Federici, reconocida escritora, profesora y activista feminista; quien conversó con estudiantes de la asignatura "Equidad y Género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual", durante Verano Internacional.
Federici se centró en el capítulo II "La acumulacio´n de trabajo y la degradacio´n de las mujeres. La construcción de la «diferencia» en la «transición al capitalismo»", de su libro Calibán y la Bruja (1998). En él hace un análisis de cómo se desvalorizó el trabajo de las mujeres en la esfera pública y cómo fueron invisibilizadas y retraídas en la esfera privada.
Federici apunta que la subordinación y desigualdad de las mujeres comienza en un momento muy preciso de la historia de Occidente: la transición del feudalismo al capitalismo. Previo a la etapa capitalista, algunas mujeres eran autónomas y vivían su feminidad de manera plena y libre, sin embargo, a estas mujeres se les llamó brujas, se les despojó de sus saberes, su libertad y su destino fue la hoguera. En palabras de la autora: "la caza de brujas destruyó todo un mundo de prácticas femeninas, relaciones colectivas y sistemas de conocimiento que habían sido la base del poder de las mujeres en la Europa precapitalista"1. Asimismo, previo al capitalismo no existía una diferencia tajante entre los trabajos productivos y reproductivos, es decir los trabajos de cuidados que dan lugar al sostenimiento de la vida.
La escritora señala que la quema de brujas surge en un contexto específico donde el Capitalismo necesita nutrirse no sólo de la fuerza de trabajo del proletariado, sino de la invisibilización de la producción de la capacidad de trabajo, o sea el trabajo doméstico, que hasta la actualidad —siete siglos después— en su mayoría es realizado por mujeres. Esto, en parte, es lo que Silvia denomina el patriarcado del salario2, en donde los proletarios eran dueños de su trabajo y del trabajo de sus mujeres.
En ese sentido, también el capitalismo dio lugar a la división sexual del trabajo, en palabras de la autora "el capitalismo no se funda en el trabajo asalariado, se nutre del trabajo no asalariado", lo que genera una red de desigualdades sociales a través de distintos sistemas de opresión no solo legitimados en las diferencias sexuales, sino también en la racialización3.
El triunfo del capitalismo se debe a una serie de despojos que históricamente han enfrentado las personas afectadas por los distintos sistemas de dominación. En ese sentido, Silvia también, nos invita a reflexionar sobre creencias contemporáneas como el amor romántico heteronormado, pues "lo que muchas personas llaman amor, es en realidad trabajo no pagado". Esto también se debe en parte a la naturalización de los trabajos de cuidados.
Feminismo y pandemia
Si bien es cierto que la lucha feminista lleva tiempo reivindicando los derechos de las mujeres, la covid-19 ha visibilizado la urgencia de atender las desigualdades en razón de género. La pandemia nos demostró la fragilidad de los avances que ha habido, la brutalidad del sistema instaurado y la necesidad de seguir exigiendo nuestros derechos. El pasar tiempo con nosotras mismas nos ha dado oportunidad para reflexionar en dónde estamos paradas, en donde hemos estado y sobre todo si queremos seguir ahí o es tiempo de movernos a un lugar en donde la vida esté en el centro y no el mercado.
A lo largo de la charla, Silvia Federici habló sobre cómo el movimiento feminista tiene sentido desde lo colectivo, porque justo una de las estrategias que ella ve que ha utilizado el capitalismo ha sido aislarnos e individualizarnos. "Luchamos para crear más posibilidades y sin olvidar producir felicidad", así cierra Federici su visita virtual a la clase. A lo largo de la charla, quienes participamos reflexionamos y compartimos los problemas que enfrentamos desde los sentires y nuestros propios contextos. Luchamos porque se reivindique de lo que se nos ha despojado, luchamos porque queremos que la vida esté en el centro y también, ¡luchamos juntas!
Mira la charla completa con Silvia Federici aquí.
Referencias:
1Federici, S. (1998). La acumulación del trabajo y la degradación de las mujeres en Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria, ed. Traficantes de Sueños (p. 157).
2Cuando hablamos del patriarcado del salario se hace referencia a finales del siglo XIX con el inicio del "salario familiar" cuando el trabajo doméstico se convierte en el trabajo principal de las mujeres y se vuelven dependientes del salario masculino. El hombre con este poder se convierte en el supervisor de la mujer -y su trabajo no remunerado- creando una situación violenta y desigual que siempre está latente.
3Así como el rol de las mujeres fue reconstruido para favorecer los fines del capitalismo -y a los varones-, la esclavitud y la colonización -basados en la hegemonía blanca y las jerarquías raciales-, también fueron factores claves en el "éxito" del capitalismo y de la producción en Europa. El racismo, también es uno de los múltiples sistemas de opresión que perpetúan el sistema capitalista y patriarcal.