¿Hay algo llamado populismo?
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"¿Hay algo llamado populismo?"
Invitado por el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO, Benjamín Arditi, académico de la UNAM, repasó lo que ha significado este término en América Latina y en el contexto actual.
Erika Torres
"Existe algo llamado populismo y que debemos entender qué es. Es lo que hicimos durante, por lo menos, medio siglo", destacó Benjamín Arditi, académico de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la conferencia "¿Tiene sentido hablar de populismo?", en la que ofreció a los asistentes una amplia visión sobre el concepto y algunas ideas sobre cómo abordarlo.
Los referentes clásicos para aproximarse a la definición de populismo son el trabajo del sociólogo Gino Germani, de 1962, y la colección de ensayos compilados por Ghita Ionescu e Isaiah Berlin en 1969 que lleva el título de Populismo. Pero, "ya pasado más de medio siglo, algo parece que no está funcionando", señaló Arditi. Así pues, el académico planteó la pregunta: ¿hay algo llamado populismo?
A este cuestionamiento ofreció dos respuestas: la primera, que el populismo ya pasó la fecha de vencimiento y es hora de pasar la página, y la segunda es que el término puede seguir siendo un objeto de pensar válido, pero con la condición de que se modifique el enfoque.
"Personalmente, me voy por la primera opción, pero sé que es la solución rápida y comprendo la cantidad de gente que quiere continuar investigando", dijo Arditi, quien propuso una serie de provocaciones relacionadas con el primer enfoque y otras para quienes prefieren seguir estudiando el término.
Las provocaciones
En relación con las provocaciones planteadas por el académico de la UNAM, Arditi destacó reservar la palabra populismo como un insulto a quienes no les gusta. Por ejemplo, acusar de populista a un opositor, a un líder del gobierno, a una política pública, etcétera.
De acuerdo con Arditi, el populismo no existe en la actualidad, pero sí existió en un periodo de tiempo muy específico que va desde finales de los treinta a mediados de los cincuenta, fundamentalmente, pero no de manera exclusiva, en América Latina.
Arditi ejemplificó con el meme que circuló en 2020, el que dice que "no estamos en el mismo barco, estamos en el mismo mar; algunos de nosotros en un yate, otros en lancha, otros aferrados a un salvavidas y otros simplemente nadan como pueden. Demostremos empatía". En este sentido, "la primera oración es una descripción sociológica de lo que es una sociedad desigual, y la segunda es una toma de postura, un criterio normativo de que es inaceptable que algunos tengan que estar nadando para tratar de sobrevivir, mientras otros están yendo en yate".
Otra de las provocaciones planteadas por Arditi recae en que no se pueden entender conceptos como élite, pueblo, conflicto o polarización, fuera de contexto. Esto es, se requiere ser sensibles hacia el contexto para diferenciar cuándo la élite es efectivamente mala.
El académico añadió que si bien el contexto es fundamental, no es suficiente, porque un mismo contexto puede producir fenómenos diferentes, por lo que se requiere de algo para desambiguar los términos y para eso hay que incluir el concepto de polémica; al mismo tiempo, no solamente hay que pensar en el contexto y en la polémica, sino en lo que aportan los observadores, desde el lugar desde donde observan.
Arditi recordó que Michel Foucault definió al poder como el actuar sobre las acciones de otros y que gobernar es estructurar el posible campo de acción del otro. Esto no se hace solo desde arriba, también desde abajo, cada sector de la sociedad es una fuerza.
Sobre la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en México y cuáles consideraba que eran los temas realmente relevantes en la agenda de América Latina, Arditi comentó que simpatizaba con una reforma de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que "nunca funcionó realmente. Lo que ha funcionado es la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, es fundamental y nadie la debería tocar porque es el equivalente a una corte penal internacional, pero nuestra, de América Latina. Tiene que ser fortalecida. De hecho, sería genial que sus resoluciones no fueran meramente informativas, sino vinculantes. Si hay una agenda, para mí es fortalecer a la corte y modificar a la OEA".
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