Diseño y emprendimiento, de Guadalajara a Nueva York
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Diseño y emprendimiento, de Guadalajara a Nueva York
Marcela Avelar egresó de la carrera de Diseño del ITESO en 2005. Llegó a Nueva York hace un par de años y es feliz dibujando bocetos en el metro y pensando cómo expandir su propia empresa.
Enrique González
"Podríamos vernos en el Brooklyn Bridge Park, que es inspirador por la vista".
Así decía el correo que me envió Marcela Avelar para pactar el lugar donde la entrevistaría. Estaba completamente en lo cierto, y ese adjetivo que utilizó, "inspirador", describe a la perfección el sitio que eligió para sentarse a narrar cómo decidió cambiar su código postal tapatío por uno de Brooklyn; su proceso de adaptación a esa imponente, esquizofrénica y estimulante ciudad que es Nueva York, y los planes que tiene a futuro, en los que no solamente habla de diseño, sino también de su faceta como pintora, justo en estos meses se encuentra terminando una decena de retratos.
En el Brooklyn Bridge Park, un espacio público con jardines, carrusel y gente paseando bajo el sofocante calor veraniego, las aguas del East River nos separan de la isla de Manhattan, que desde acá parece un óleo, una pintura recién terminada. Es espectacular, casi irreal. A la izquierda tenemos una panorámica y hermosa vista del Puente de Brooklyn, y a la derecha del Manhattan Bridge, armatoste que tiembla y ruge incesantemente cada que por sus rieles atraviesan los trenes que unen a estos y otros distritos de Nueva York. La charla comienza cuando el sol empieza a ocultarse.
Marcela ríe, ríe mucho durante la entrevista; se le ve feliz en este rincón del planeta. Egresó de la carrera de Diseño del ITESO en 2005 y desde hace dos años vive en Brooklyn, en Fort Greene. Su vida en esta mítica urbe, dominada por los rascacielos y la incesante migración de seres humanos procedentes de todo el planeta, le ha enseñado que el tiempo es oro y hay que aprovecharlo al máximo, sobre todo cuando trabaja medio tiempo en una empresa de diseño relacionada con importantes firmas de la moda (Marc Jacobs o Ferragamo, por citar un par) y el otro medio tiempo mantiene en operación, con clientes aquí y allá, su propia empresa, DUET, la cual fundó junto con un socio cuando aún vivía en Guadalajara.
"El proceso ha sido largo, no creas que al mes yo ya estaba aquí bien establecida. Me costó, pero la verdad ha sido muy divertido, el estilo de vida que encontré aquí me gustó, me gusta traerme mi libreta a estos lugares [el Brooklyn Bridge Park] a pensar. Y como uno se la pasa tanto tiempo en el metro… ¡pues en el metro también surgen muchas ideas! Son 20 minutos que no tienes que ir al volante, entonces puedes ir haciendo otras cosas", afirma mientras muestra sus bocetos y dibujos en la libreta. "Aquí puedes ver todos los inicios de los proyectos. Conviertes tiempo inútil en útil".
Esos trayectos en la red del transporte público neoyorquino los hace desde su hogar hasta Manhattan, donde labora en el despacho Ménage à trois, firma en la que ha obtenido experiencias y conocimientos aplicables a su profesión, misma que, por ahora, seguirá ejerciendo en Nueva York.
"Lo que sí he aprendido mucho en la empresa es estrategia. Ellos piensan un pasito más adelante: ¿qué queremos lograr?, ¿cómo lo vamos a hacer?, ¿cómo aprovechar los medios de comunicación?, ¿con quién vamos a hacer alianzas? Es un nivel que yo no había visto hasta ahora".
-¿Cómo decidiste mudarte a Nueva York?
-En Guadalajara tenía mi propia empresa, DUET, chiquita, pero con bastantes clientes. Llegó un punto en el que sentía que para crecer tenía que contratar empleados, rentar un lugar, hacerla más grande. Mis opciones eran volver a abrir una empresa o seguir así, y entonces pensé que ya era tiempo y dije: ‘Voy a irme un año a Nueva York, voy a probar cómo es el trabajo en una empresa, cómo funciona, cómo se administra y voy conocer algo externo a lo que había tenido acceso, sobre todo la parte administrativa'.
Algunos amigos le echaron la mano y la guiaron en sus primeros pasos por esta ruda metrópoli, por ejemplo la arquitecta Mónica Gutiérrez. Su carácter y los conocimientos adquiridos como empresaria y durante su carrera en el ITESO hicieron el resto.
"Yo pintaba, pero muy esporádicamente. Llegué aquí y… no sé, algo tiene la ciudad, como que te empiezas a hacer más creativo. No sé si es el estar expuesto a todo lo que tienes al rededor que tu mente empieza a pensar más, y el simple hecho de traerla más activa hace que se te ocurran más ideas. Igual se te hubieran ocurrido en otro lado, pero para mí fue una transformación", apunta Marcela.
"Una de las ventajas del ITESO es el hecho de que la carrera sea integral. En lo personal me ayudó porque aprendí de todo y me ha ayudado a tener una empresa, porque te puedo hacer desde fotografía, concepto e impresión, y aquí la gente normalmente es muy especializada. Mi fortaleza es que pienso en conceptos, no nada más en que algo sea estéticamente bonito. Me gusta que un proyecto tenga fondo, un concepto de base, que sea agradable a la vista y que cumpla su función".
Guerra de almohadas
De pronto, Marcela recuerda un curioso ejemplo –además del Museo de Arte Moderno (MoMA), la revista Archive, los posters y la moda que ve cuando camina por la calle– para explicar por qué Nueva York es capaz de inspirarla tanto: una guerra de almohadas.
"Son en Union Square [entre la Quinta Avenida y Park Avenue]. Te paras allí y quien quiera lleva su pijama y sus almohadas, ¡y a pelearse!, y si no llevas también te prestan, y ves a la gente divirtiéndose, las plumas volando por todos lados... Estas cosas son simplemente necesarias para explorar tu creatividad".
En su ciudad natal tal vez no haya –por lo pronto– guerras de almohadas en lugares públicos, pero Marcela percibe que las cosas se mueven hacia una buena dirección. Además, ya aprendió que los clientes, sus deseos, sus fobias y sus filias son los mismos en Jalisco y en la cuna de Woody Allen.
"Yo no creo que estemos mal en Guadalajara; cada vez que voy me sorprendo de los lugares nuevos que hay. Empiezo a ver que la gente está pensando y generando ideas. Es una ciudad más pequeña, eso que ni qué, no tenemos gente de todo el mundo –esas cosas hacen la diferencia–, pero la verdad creo que vamos por buen camino. ¡Y los clientes en todos lados son lo mismo, eso yo ya lo descubrí!".
-¿Cuál es tu proceso de trabajo con un cliente?
-Primero le pido que me diga todo lo que me tiene que decir, ¡que confiese todo! [risas]. Entre más información mejor. Algunos clientes tienen muy claro lo que quieren, otros no tienen ni idea, entonces primero hay que escucharlos y hacer preguntas, porque a veces lo que ellos creen que quieren no es lo que necesitan, entonces hay que saber hacer las preguntas correctas.
-Y a mediano plazo, ¿cómo visualizas tu carrera como diseñadora?
-¡A mí también me gustaría saberlo! [sí, más risas]. La idea es poder crecer mi empresa, porque al final cuando tienes tu propia empresa tienes más capacidad de decisión, de dirección y de decidir cómo quieres que sea el proyecto. Y también quiero seguir pintando.
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