Clavigero, el curioso que pensaba en una nación
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Clavigero, el curioso que pensaba en una nación
Arturo Reynoso, SJ, jefe del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, ofreció una plática centrada en el contexto de la obra "La expulsión", en la cual Francisco Xavier Clavigero, SJ es uno de sus personajes centrales como parte de las actividades dedicadas a revalorar el legado jesuita.
Enrique González
Francisco Xavier Clavigero, uno de los jesuitas que más trabajó, reflexionó y escribió en torno a la concepción de la nación mexicana, víctima de la expulsión de la Nueva España y la supresión sufridas por la orden y, después de un par de siglos, trasladado desde su tumba en Bolonia, Italia a la Rotonda de las Personas Ilustres en la capital de este país -y con categoría de héroe nacional-, fue la figura central de la última de las diversas actividades dedicadas a revalorar el legado jesuita que han tenido lugar en Guadalajara el primer trimestre de 2012.
La idea detrás de la charla ofrecida por Arturo Reynoso, SJ (foto), jefe del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, era exponer el contexto histórico de una de esas actividades, la obra teatral La expulsión, donde Clavigero evidentemente es uno de los personajes centrales.
Armado con una precisa ruta biográfica del célebre jesuita nacido en Veracruz en 1731, la cual incluso imprimió y repartió entre los asistentes, Reynoso analizó ágilmente las principales cimas (y simas) de la vida de Clavigero, trazando un arco que incluyó sus primeros estudios de retórica, gramática y filosofía, sus desencuentros con algunas autoridades jesuíticas o sus mudanzas entre Puebla, Oaxaca, la capital, Valladolid (Morelia) y Guadalajara, hasta llegar a la publicación del libro la Historia Antigua de México, una encendida defensa de las tierras americanas tan erróneamente descritas por pensadores de la talla del francés Georges Louis Leclerc, el Conde de Buffon, célebre naturalista de la época.
Curioso, ávido de respuestas, rebelde en ciertos periodos, a Clavigero lo guiaba un natural instinto por "comprender el mundo en el que estamos", afirmó Reynoso, doctor en Teología.
Esta cualidad de quien fuera fue lanzado al exilio precisamente cuando radicaba en Guadalajara, en 1767, hizo que en algunas de sus cátedras, si bien respetaban los preceptos religiosos en torno, por ejemplo, a la astronomía, inevitablemente se asomaran Galileo Galilei o Isaac Newton. Un avanzado de su época.
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