Mucho qué llorar, por mucho tiempo
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"Mucho qué llorar, por mucho tiempo"
Los eventos que acompañaron la salida de México de los jesuitas en el Siglo XVIII, por órdenes del Rey Carlos III, son ingredientes que quedan plasmados a la perfección en la espectacular puesta en escena La expulsión, que trajo el ITESO a Guadalajara y que tuvo su primera presentación en la ciudad el jueves 15 de marzo en un Teatro Degollado lleno.
Enrique González
Toda la desproporción, toda la saña y todo el absurdo que acompañaron la salida de México de los jesuitas en el Siglo XVIII, por órdenes del Rey Carlos III, son ingredientes que quedan plasmados a la perfección en la espectacular puesta en escena La expulsión, que tuvo su primera presentación en Guadalajara el jueves 15 de marzo en el Teatro Degollado.
Dividida en dos actos y 13 "cuadros", estampas escritas con sumo rigor histórico y construidas con el objetivo de explicar detalladamente el penoso e injustificado proceso de expulsión de la Nueva España que sufrió la Compañía de Jesús, La expulsión es un monumental recorrido que visita los despachos del Rey de España, el Puerto de Veracruz, la Iglesia de San Ignacio en Roma, un convento en Puebla, la Universidad de Bolonia y la biblioteca personal de Francisco Xavier Clavigero.
La pieza, escrita por José Ramón Enríquez, dirigida por Luis de Tavira y producida por el jesuita Enrique González Torres, es un relato cronológico clásico.
Muestra primero las intrigas y calumnias de los consejeros de Carlos III para que expulse a los jesuitas, por traidores, desleales y peligrosos para los intereses de la corona; al grito de "¡A sangre y fuego!", los ejércitos reales ejecutan con violencia la orden (no sin la oposición de un capitán que levanta la voz ante la injusticia que debe ejecutar), arrancan a los sacerdotes de sus misiones, provocan el descontento de indígenas y criollos que trabajaban y estudiaban con ellos y los echan al mar, al destierro, a Italia, donde los espectadores serán testigos de la nostalgia de los desterrados, la misma que aquejará a no pocos mexicanos, incluido un grupo de monjas poblanas.
La obra tiene como hilo conductor la vida del Padre José Ignacio, quien como novicio sufre todo el proceso contra los jesuitas. Se narra posteriormente su exilio en Italia, su desasosiego por tener que ser ordenado en Roma en lugar de la añorada patria mexicana, el dolor que vive cuando se anuncia la supresión de la Compañía de Jesús en 1773; su desplazamiento a Rusia, donde una Reina hereje, Catalina La Grande, se niega a suprimir a los jesuitas, desoyendo las órdenes del Vaticano y, finalmente, se le ve ya anciano relatando sus memorias en el restaurado Noviciado de la Compañía en México, en 1829.
¿Qué pasará con la patria?, se preguntan en la casa de los jesuitas en Bolonia José Ignacio, Clavigero y Francisco Javier Alegre, quienes ya se reconocen como "mexicanos", lamentan haber dejado inconclusos tantos proyectos y están seguros de que su salida le dará a esas tierras "mucho qué llorar, por mucho tiempo".
La elegante austeridad de los monumentales escenarios y su eficacia para resaltar la belleza de cada punto geográfico mostrado por la obra, se aunaron al eficiente trabajo actoral, un correcto coro liderado por el solista Jorge Pérez, un notable diseño de vestuario y a unos juegos de luces y contraluces que permitieron imprimir las dosis dramáticas necesarias en los momentos más álgidos (la muerte de un jesuita o el violento pasaje en los muelles de Veracruz, por citar un par), dando como resultado una producción muy bien recibida por los asistentes.
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