Empoderamiento sobre ruedas
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Empoderamiento sobre ruedas
Vecinos, autoridades, alumnos y profesores del ITESO construyeron un "skatepark" que hoy es un punto de encuentro social.
Adriana López-Acosta
A la Plaza Arandas, límite entre las colonias Lomas de Oblatos y Balcones de Oblatos segunda sección, no le cabe un alfiler.
Hay estudiantes que corren a comprar jícama a los puestos, madres con carriolas, jóvenes que rechinan las llantas de sus patinetas y niños que se resbalan con cartones en una de las rampas del skatepark, que está a poco tiempo de quedar terminado.
"Donde estamos parados es punto de encuentro de dos pandillas contrarias. Esta plaza no era lo que ves ahora", cuenta Elisa María Bolívar Gutiérrez, egresada de Arquitectura participante en el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) "Regeneración social en el espacio público", liderado por Raúl Díaz, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU).
Bolívar recuerda que en una riña en plena luz del día, una bala perdida llegó a tocar a una niña que pasaba por ahí.
Dionisia Gallardo, secretaria del comité de vecinos de Balcones de Oblatos y quien lleva 12 años trabajando en distintos proyectos comunitarios, afirma que "cada quien tenía su muro para agredirse, y ahí se enfrentaban a balazos y a pedradas".
Ahora, cerca de 100 jóvenes al día disfrutan del resultado más reciente de este PAP, uno de los ganadores del Premio Pedro Arrupe 2014: un skatepark gestionado por vecinos y estudiantes, con recursos gubernamentales, lo cual es un paso más hacia la cohesión social.
Unidad y autogestión
El comité de seguridad escolar, del que Dionisia forma parte, integra a directores de las escuelas, padres de familia y vecinos de distintas colonias, y fue a partir de ahí que se asesoraron con el PAP del ITESO para realizar proyectos que ayudaran a revertir la violencia de la zona.
"Nos reconocimos como parte del conflicto, y queremos reconocernos como parte de la solución", declara Dionisia.
Con el apoyo del PAP, en el que participaron alumnos de Arquitectura, Diseño e Ingeniería Civil, llegaron a la zona ludotecas ambulantes, sesiones de grafiti con mensaje social, los festivales "Haciendo Oblatos", y ahora el skatepark, que se gestionó y desarrolló durante dos años, y está a punto de ser terminado.
"Dos puntos se tenían que atacar: tener a los jóvenes cerca y seguros, y que este espacio público estuviera en uso para que no hubiera actividades delictivas. Esta plaza tiene las condiciones: hay escuelas, una estancia infantil y centro médico", dice Alberto Cárdenas Rivera, egresado de Arquitectura y participante del PAP.
Fue en mesas participativas que una veintena de jóvenes "skatos", de entre 12 y 17 años de edad, ayudaron a diseñar su pista. "El proyecto lo generaron ellos, fueron a los talleres, y aunque les parecía muy lejano, siguieron y ahora ya que está hecho, están felices", afirma Silvia Pérez, vecina e impulsora del proyecto.
Ella reconoce la buena voluntad que encontraron en algunos funcionarios públicos de Guadalajara, y el apoyo de los estudiantes del ITESO para aprender a dialogar con las autoridades en un lenguaje en común, así como saber a qué instancias acudir.
"Mi reto ahora es transmitírselo a los jóvenes, que ellos son los que tienen que adueñarse del espacio, y hacer sus cambios en una estructura que funcione, y que se comprometan a darle el uso y mantenimiento", dice Dionisia.
Este PAP, según explica su asesor Carlos Pelayo, está adherido a los términos de la Cátedra Unesco-ITESO, que se dedica a procesos de gestión participativa y redistribución del poder. "Es decir, es hacerle entender a la gente que ellos son actores de cambio, que ellos pueden gestionar con el gobierno su hábitat", explica.
"La respuesta de la autoridad, junto con la organización de los jóvenes, sus papás y los chicos del ITESO, dio un muy bonito resultado. Siento un logro, pero no es solo mío; es de la comunidad", declara Dionisia.
Madre, líder y defensora de "skatos"
Silvia nunca había participado en un proyecto de gestión comunitaria. Pero su hijo Iván Rodrigo y su sobrino Alan pasan las tardes sobre la patineta, y fue el primer paso para convertirse en una de las líderes en la construcción del skatepark.
"Dicen que si andas en patineta eres un vago o un bueno para nada. Quisimos demostrarle a la gente que un ‘skato' no es un delincuente. Es un deporte que también les ayuda a no caer en drogas y violencia", afirma.
Junto con Dionisia, Silvia reunió a otras madres de jóvenes de ambas colonias que andan en patineta para que participaran en las mesas, animó a los chicos a proponer el diseño, promovió entre ellos una serie de talleres de cultura de paz, y pidió fe cuando ellos y hasta sus madres se desesperaban por la lentitud de la gestión gubernamental.
"Es una enseñanza para ellos, que vean que si pido —y sé a quién pedir las cosas—, sí se me da".
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