No puedes ser un buen académico si no ejerces tu disciplina : Andrea Fellner
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"No puedes ser un buen académico si no ejerces tu disciplina": Andrea Fellner
La diseñadora gráfica y textil, música, académica y actual directora del Cifovis del ITESO se convirtió hace unos días en la primera mujer en recibir el reconocimiento Despertador Americano, que entregan el Colegio de Diseñadores Gráficos de Jalisco y otras instituciones.
Édgar Velasco
Andrea Fellner llegó por primera vez a México, procedente de Alemania, hace 35 años. Con estudios en diseño gráfico y textil todavía frescos, llegó en 1985 gracias a la invitación que le hizo una amiga. El plan original contemplaba seis meses de estancia, pero sufrió un cambio: jamás regresó a tierra germana, pues comenzó a ejercer su profesión y diez años después la invitaron a formar parte de un equipo que buscaba cambiarle la cara a la enseñanza del diseño, así, sin apellidos, en el ITESO, universidad en la que sigue laborando.
Su trayectoria como diseñadora y académica fue celebrada hace unos días con el reconocimiento Despertador Americano y, al recibirlo, se convirtió en la primera mujer en ser homenajeada con dicho galardón. El reconocimiento es otorgado por la revista Grafilia, el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la UdeG, el capítulo Guadalajara de la Cámara Nacional de la Industria de las Artes Gráficas y el Colegio de Diseñadores Gráficos de Jalisco.
Andrea Fellner (Stuttgart, 1960) dice sentirse afortunada por algo que califica como inesperado. "Veo reconocida mi pasión por el diseño y por cómo lo hemos venido desarrollando en el ITESO", dice la académica que desde hace un año es titular del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (Cifovis) del ITESO.
Fellner estudió diseño gráfico y textil en la Escuela de Bellas Artes en su natal Stuttgart. Cuando llegó a México, recuerda, una de las cosas que más le encantaron fueron "la luz y, como consecuencia, el color, las texturas, la riqueza de las comunidades indígenas… todo me atrapó. Tenía los ojos sensibles y pude articular las estructuras que traía por mi formación con la influencia de todas las cosas que conocí".
Vaya que tuvo oportunidad de conocer, debido a que además de diseñadora también es violinista. "En casa mi mamá era pianista, así que de algún modo caí en el violín", comparte, y relata que durante once años viajó por el país como parte del ensamble Ars Antiqua, dirigido por Eduardo Arámbula. También cuando fue copropietaria de una imprenta pudo darle vuelo a uno de sus gustos. "Me gustan las artes gráficas, me gusta mucho el olor a tinta", cuenta entre sonrisas.
Hace 25 años recibió la invitación para sumarse al ITESO, que en aquellos años quería reformular la manera en la que se enseñaba el diseño. "Quisimos pensar en una educación formal, sí, pero que no impidiera la libertad y la riqueza de la diversidad".
Cuando cursó la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura encontró esa pista que estaba buscando. "Trabajé en un proyecto de servicio social que consistía en el diseño de un instrumento para medir el grado de dolor que experimentan los niños con cáncer. Esto me hizo cambiar mi manera de entender el trabajo con las personas y para mi tesis abordé el diseño como una herramienta para resolver problemáticas específicas. Así hemos venido entendiendo el diseño en el ITESO, como un factor de desarrollo que recurre a muchas disciplinas".
Esta búsqueda por cambiar el paradigma en la formación de diseñadores tiene un ejemplo muy simple. Antes, cuenta Fellner, cuando un empresario tenía problemas con sus ventas lo primero que se le ocurría era cambiar su logotipo y buscaba un diseñador que lo renovara. Ahora, en un contexto en el que han surgido teorías como el diseño para el humano y el diseño para la vida, se entiende que el trabajo del diseñador va mucho más allá.
"El diseñador ahora debe tener conciencia de que lo que diseñe debe tener un periodo de vida y, en función de eso, elegir los materiales. Por ejemplo, el diseño es una de las disciplinas que más ha afectado al medio ambiente. Ahora quienes estudian diseño deben adquirir competencias para detectar problemas, herramientas para dialogar con el otro, para hacerle ver a un cliente que quizá su problema no sea su logotipo, sino el producto. El diseñador puede convertirse en un asesor que además hace diseño estratégico".
Ya sea tocando el violín o replanteando la forma de enseñar diseño o dirigiendo instancias académicas dentro del ITESO, hay algo que Fellner nunca ha dejado de hacer: diseñar.
"No puedes ser un buen académico si no ejerces tu disciplina", dice sin dudar y agrega que, en su caso, "es una necesidad de expresión, de estar en contacto con materiales, con los avances tecnológicos. Si no ejerces, no estás sumergido en lo que está pasando. El ejercicio y la academia son inseparables", asegura una diseñadora que, 35 años después de su llegada, dice continuar haciendo algo como el primer día: "sigo descubriendo México porque aprender me apasiona".