Por una salud alimentaria sin conflicto de interés
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Por una salud alimentaria sin conflicto de interés
La Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO organizó, junto con el Colegio Mexicano de Nutriólogos, una charla sobre el nuevo etiquetado de productos y el Código Nutricia, relacionado con la necesidad de contar con especialistas de salud que no respondan a intereses comerciales.
Édgar Velasco
La comida, especialmente aquella considerada como "chatarra", ha estado en los últimos meses sobre la mesa, literal y figurativamente. Primero, por la aprobación y puesta en marcha del nuevo etiquetado frontal que advierte, con unos sellos visibles para todos, los excesos que contiene cada producto y, recientemente, por la eliminación de las figuras caricaturizadas en los empaques. En la polémica se escuchan voces de especialistas que se oponen al nuevo etiquetado, pero que son financiados por la industria en un claro conflicto de interés. En medio, los consumidores no saben a dónde voltear y, sobre todo, a quién atender.
Para arrojar un poco de luz, la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO y el Colegio Mexicano de Nutriólogos organizaron la charla "Conflicto de interés en nutrición", en la que se dio voz a Simón Barquera y a Estefanía Rodríguez, ambos funcionarios del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.
Barquera, quien estuvo involucrado en el proceso que derivó en el conocido como etiquetado de advertencia mexicano, comenzó su charla con unas cifras: cada año en México se registran cien mil muertes por diabetes y 40 mil por las afectaciones en el exceso de consumo de bebidas azucaradas. Además, la atención a los problemas de salud derivados de la mala atención se lleva 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que los ingresos que aporta la producción de la comida chatarra, dijo, es de apenas de 3 por ciento.
"No podemos regatear la salud y la principal barrera para mejorar la alimentación viene de la industria alimentaria", expresó Barquera, quien agregó que es obligación del Estado garantizar el derecho al bienestar, por lo que debe hacerse "responsable de crear un entorno adecuado para la gente tome mejores decisiones de consumo".
Simón Barquera y Estefanía Rodríguez, funcionarios del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.
El funcionario expuso las fallas del etiquetado anterior, llamado GDA y que brinda información sobre la cantidad de azúcar, grasas, calorías y sodio de los alimentos. Sobre éste, dijo que "diez de cada cien personas lo usa, pero menos de tres lo entienden". Explicó que las cifras de referencia del etiquetado —basado en una dieta de dos mil calorías, que resultan desproporcionadas— pueden resultar engañosas, mientras que los sellos del etiquetado frontal "permiten elecciones saludables y decisiones más rápidas" a partir de información sobre los excesos de los productos o de sustancias no recomendables para menores, como los edulcorantes y la cafeína.
A pesar de la renuencia de la industria, ya comienza a haber cambios. Uno de ellos es la modificación de las fórmulas de los productos para tener menos sellos. Así, mientras una marca de waflles puede sumar hasta cinco sellos, ya hay marcas que están logrando salir a los estantes sin uno solo. Barquera concluyó que el nuevo etiquetado ha sido reconocido por instancias internacionales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ética a la carta
Estefanía Rodríguez estuvo a cargo de la presentación del Código Nutricia, una iniciativa que busca convocar a los especialistas de la salud, principalmente a los que se dedican a atender temas de alimentación, a conducirse con ética y dejar de lado los conflictos de interés, un problema común en el entorno de la nutrición.
La iniciativa, contó la funcionaria, es una respuesta a la recurrente aparición de conflictos de interés cuando se abordan temas de salud en el Poder Legislativo, en el que organismos como el Consejo Coordinador Empresarial, la Confederación de Cámaras Industriales o el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo cuentan con "cabilderos" que se encargan de defender los intereses de la industria de alimentos y bebidas ultraprocesados.
"Las empresas patrocinan estudios, congresos de investigación, eventos, financian publicaciones, todo con el objetivo de retardar las discusiones, dividir las opiniones, negar las evidencias o desviar la atención de la gente", dijo Rodríguez.
Como respuesta, ochenta y tres profesionales del área de la salud nutricional se han organizado en el Código Nutricia, un manifiesto que busca poner la ética profesional y la búsqueda de la salud pública por encima de los intereses de la industria. Los retos, dijo Rodríguez, son "buscar un marco legal y aplicar mecanismos para identificar los conflictos de interés; tener reglas claras en pro del interés público, y crear conciencia entre la población y los tomadores de decisiones. Queremos incentivar a profesionales y estudiantes a conducirse de forma ética, transparente y profesional".
La charla concluyó con la invitación a sumarse al Código Nutricia y contribuir al combate de la malnutrición en el país.
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Nutrición y Ciencias de los Alimentos