Ayudan a confeccionar el cambio en equipo
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Ayudan a confeccionar el cambio en equipo
Alumnos y académicos del ITESO colaboran con familias en Zapotlanejo, dedicadas a la maquila de ropa, para mejorar sus esquemas de trabajo.
Judith Morán y Patricia Martínez
Doña Refugio no volvió a dejar a sus hijos solos en su casa para irse a trabajar a una maquiladora en Zapotlanejo. A pesar de las opiniones en contra, hace dos años decidió formar parte de una cooperativa de manufactura de ropa; hoy trabaja en su casa y sueña con emplear a personas de la tercera edad.
En ese municipio de Jalisco lo habitual es conseguir trabajo en una maquiladora en donde pagan entre cinco y siete pesos por camiseta, ahora que quienes deciden laborar desde casa deben restarle a eso el costo de la energía eléctrica.
Hace dos años el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) "Impulso a proyectos productivos en cooperativas", coordinado por Silvia Partida, académica del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) del ITESO, propuso un esquema de trabajo diferente en busca de que los miembros de la cooperativa dejen de laborar para otros y sean dueños de su producción.
En el proyecto participan alumnos de las licenciaturas de Diseño, Mercadotecnia, Arquitectura, Comercio y Negocios Globales, Ingeniería Industrial y Administración de Empresas y Emprendimiento, quienes diseñaron la marca Somnus, con la cual se venden las prendas de los cooperativistas.
Además, los acompañan en el proceso de formación, organización y consolidación de la cooperativa. Para ello, Silvia y los estudiantes van todas las semanas a La Laja para hacer inventario de material, llevarles nuevos patrones y sostener reuniones con especialistas en este esquema de trabajo, quienes les comparten casos de éxito y resuelven dudas.
Aunque varios miembros de la cooperativa señalan que ya han sido beneficiados al recibir un mejor pago por su trabajo y al poder acceder a créditos con los que pueden comprar mejores máquinas, no todo está resuelto.
Falta conseguir los recursos para construir una fábrica, cuyos planos fueron hechos por estudiantes de Arquitectura, con lo que se haría más eficiente el esquema de producción con el cual laboran hoy.
Al no contar con un espacio común de trabajo cada uno de los 25 miembros de la cooperativa lo hace por separado, lo cual, dice Silvia Partida, ocasiona que se desperdicie tela y tiempo, además de que sus lugares de trabajo son reducidos e inadecuados.
"Creemos que si todos (los integrantes de la cooperativa) están en un lugar físico se puede controlar mejor la calidad del trabajo y las condiciones de vida laboral. No pueden competir con las grandes empresas si no tiene buen cuidado de calidad y costos", señala Partida.
La fábrica se construirá en un terreno de mil 250 metros cuadrados en La Laja, el cual fue donado por el Ayuntamiento de Zapotlanejo. El lugar contará con una guardería y áreas verdes, lo que permitirá que las mujeres que integran la organización tengan un espacio en común de trabajo donde puedan estar pendientes de sus hijos.
Entre lo más difícil del proyecto se encuentra la comercialización de la producción, puesto que se compite con empresas que tienen alta tecnología, que pagan poco y que no dan las prestaciones de ley a sus trabajadores. La académica señala que ser proveedores de esas empresas no es una buena opción, ya que les dejarían un margen de ganancia muy bajo.
Por eso se ha considerado crear un esquema de comercialización como el de Rojo Canela (http://www.rojocanela.com/), donde se vende la producción de varios fabricantes en un mismo local, con lo que los productores comparten gastos y experiencia. Rojo Canela tiene ocho tiendas en Jalisco, Nayarit, Nuevo León y Ciudad de México.
"El tema ya lo estamos trabajando con la Cámara Nacional de la Industria del Vestido. Estuvimos con el presidente nacional de la cámara, Sergio López de la Cerda, para explorar la posibilidad de reunir a 20 fabricantes pequeños en un local común, con un grupo de asesores común para poder compartir gastos y ofrecer nuestros productos directamente al consumidor final y poder competir con grandes cadenas".
20 años haciendo ropa
El sueño de tener máquinas nuevas se cumplió. Ahora, doña Refugio quiere ayudar a otros dándoles un empleo donde ganen lo que les corresponde por su trabajo. "Ahorita, si yo le ayudo a alguien a mí me dan 200 por día y si yo trabajo por mi cuenta yo gano mil, entonces es mucha diferencia y al pagarle a la gente lo que es justo les va bien a ellas y nos va bien a todos".
En uno de los cuartos de su casa tiene sus viejas máquinas de coser junto con la que compró con un crédito de Fundación Lodela, que consiguió por medio de la cooperativa; de haberlo buscado por su cuenta habría tenido que pagar el doble de lo que cuesta la máquina, comenta.
"El otro día estaba viendo la etiqueta (Somnus) y es un orgullo para mí pertenecer a la cooperativa", dice doña Refugio, quien es una de las costureras que han estado desde que comenzó el proyecto.
Ella ganó algo más que una máquina de coser, desde que está en la cooperativa cuenta que su autoestima subió. "Empecé a ver que nosotros como personas valemos mucho". Cuando se acercó al proyecto hubo personas que no le veían futuro.
"¿Tiempo perdido? Aquí está mi máquina, no es tiempo perdido y aunque no tuviera todo esto, todo lo que he aprendido de las personas y de todo eso, más bien me he llenado de muchas cosas que antes no tenía. Ya sé poquito de mis derechos".
Aprendizaje en equipo
Cuando José Francisco Nuño, cortador y también presidente de la cooperativa, recuerda el inicio del proyecto señala que ha cambiado la forma de organizarse. "Hemos aprendido a tomar decisiones, a desenvolvernos más" y a resolver problemas en conjunto.
El diálogo es uno de los aprendizajes adicionales que ha tenido también María del Consuelo Velázquez en el tiempo que ha estado en la cooperativa. "Es algo que no sabía, el ponerse de acuerdo con otras personas, es muy diferente a trabajar uno solo. Eso me ha gustado, escuchar a las demás personas, su punto de vista y dar el mío".
Entre los beneficios personales que ha tenido José Francisco desde que está en la cooperativa menciona que recibió una beca por parte del ITESO para un diplomado en gestión de producción y organización del ramo textil. Además, participó en el Startup Weekend, donde estuvo en contacto con otros emprendedores con el reto de crear una empresa en 54 horas.
Doña Refugio mira al futuro y cree que la marca Somnus puede crecer al punto de que puedan tener un desfile de modas. "Uno tiene que seguir un sueño, a lo mejor lo logras y a lo mejor no, pero yo lo estoy viendo realizado, ya se está realizando".
Los testimonios pueden verse en video en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=kK5z5NwHS3w.
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