No concibo una política anticorrupción exitosa sin la participación de la sociedad civil
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"No concibo una política anticorrupción exitosa sin la participación de la sociedad civil"
Alfonso Hernández, director del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO, formará parte del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción.
Édgar Velasco
Hace un par de años, una declaración del presidente Enrique Peña Nieto acaparó la atención de los medios de comunicación: "la corrupción es un asunto de orden a veces cultural".
Alfonso Hernández, director del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos, señala que el tema de la corrupción involucra múltiples dimensiones, lo que lo hace muy complejo.
El combate contra la corrupción será parte de las ocupaciones del académico del ITESO durante los próximos cinco años. Hernández fue elegido como uno de los cinco integrantes del Comité de Participación Ciudadana (CPC) del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), labor en la que estará acompañado por Jacqueline Peschard, Mariclaire Acosta, José Octavio López y Luis Manuel Pérez de Acha.
Alfonso Hernández (Ciudad de México, 1967), quien tiene una amplia experiencia en el tema de transparencia, explica que el CPC tiene varios retos, entre ellos la generación de alianzas con la sociedad civil, la academia, instancias de gobierno, estados y municipios.
"No concibo una política anticorrupción exitosa sin la participación de la sociedad civil", opina Hernández.
De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción, México ocupa el lugar 123 de entre 176 países. ¿Son válidas estas mediciones?
Es importante señalar que son encuestas de percepción para las que se entrevista a grupos específicos como empresarios, integrantes de la sociedad civil y líderes de opinión. Por supuesto que son importantes, porque son un termómetro de dónde andamos y evidencian cómo, entre la sociedad mexicana, la percepción de la corrupción ya es un tema relevante a nivel público.
Sin embargo, el CPC y el SNA deben elaborar indicadores que no sólo tomen en cuenta la percepción. Es un gran reto.
Hay que desdoblar el concepto y empezar a dimensionarlo de maneras distintas, ver cuáles son los componentes de la corrupción y cómo se podrá medir en lo cultural, lo institucional, etcétera.
¿Se puede crear una medición que no obedezca sólo a la percepción?
Tener un indicador de corrupción que no se base en la percepción es muy complicado. Si lo tuviéramos, sería muy relevante. Lo que sí podemos es instalar un método de medición, y en eso hay que enfocarse.
La definición de corrupción que se utiliza es "el abuso del poder público para el beneficio privado", pero es muy acotada, por lo que hay que empezar por tener una definición más precisa, encontrar sus dimensiones y, una vez que se tengan bien establecidas, delimitar qué indicadores podemos medir y a partir de ahí construir un índice.
Es necesario avanzar a un concepto que se considere el plano ético del comportamiento de la persona.
¿Cómo hacer para que la gente se dé cuenta de sus actos de corrupción y a partir de esa conciencia generar cambios?
Veo dos estrategias. La primera es la institucional y tiene que ver con incentivos, positivos y negativos (multas o estímulos). Si hay sanciones claras, si hay personas capaces y con un comportamiento ético que persigan la corrupción, comenzará a interiorizarse en los funcionarios el cuidado de no cometer actos de corrupción.
La segunda estrategia es educativa-cultural, para ir haciendo conciencia de la importancia de tener un comportamiento ético en las relaciones sociales.
Me gusta ver con cierto optimismo cómo las generaciones más jóvenes tienen mucha más conciencia del cuidado del medio ambiente, algo que no existía hace 30 años. Podemos ser optimistas si trabajamos desde ahora en la concientización desde el ámbito educativo.
¿Qué papel juegan las universidades en este cambio de mentalidad respecto de la corrupción?
Las universidades son aliadas muy importantes, no sólo por la investigación y la vinculación, sino por la formación. Constituyen un referente para la prevención de la corrupción, para entenderla, para hacer conciencia de la importancia de atacarla desde las raíces. Esperaría, en el futuro, tener convenios para llevar a cabo proyectos específicos en donde podamos trabajar de manera conjunta.
En su origen el Instituto Federal Electoral [hoy INE] era reconocido por su perfil ciudadano y hoy está tomado por los partidos. ¿Cómo proteger al comité y al Sistema Nacional Anticorrupción para que no pase esto?
Durante el proceso de selección señalé que, para cumplir sus funciones en el largo plazo, el CPC debe mantenerse como un comité ciudadano. Puse énfasis en que, si bien sus integrantes van a recibir honorarios, también deben conservar sus responsabilidades previas, ya sea en la sociedad civil o en la academia.
Si realmente se quiere lograr la participación ciudadana, sólo se puede hacerlo siendo ciudadano. Es importante que no se burocratice el trabajo en el comité, para que sea una voz permanente de la ciudadanía.
¿Hay algún plazo para comenzar a ver resultados del trabajo?
Es uno de los grandes retos, que el comité se legitime a corto y mediano plazo. La sociedad mexicana está harta de la corrupción y quizá espere resultados a la brevedad, pero debemos caminar con cuidado, poner cimientos sólidos, establecer redes al interior del gobierno y con la sociedad para que sean nuestros aliados.
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