Capeltic, un modelo de economía solidaria
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Capeltic, un modelo de economía solidaria
Esta cooperativa está cambiándoles la vida a miles de tzeltales, gracias a un esquema de producción y comercialización de café.
Enrique González
Diariamente el mundo se bebe más de mil 600 millones de tazas de café, de acuerdo con la Organización Internacional del Café. Caliente o frío, con leche o sin leche, fuerte o ligero, en taza, termo o vasos de cartón, en Chicago, Berlín, la Ciudad de México o El Cairo, el café es un ícono del mundo moderno, un negocio multimillonario que en buena medida se maneja desde la Bolsa de Nueva York, el ente regulador de los vaivenes y la especulación alrededor de los precios del valioso grano.
Muy lejos de Wall Street, y mucho más lejos de las estratosféricas ganancias que el café representa para unos cuantos, se encuentra el estado de Chiapas –líder mexicano en producción cafetalera–, y dentro de él sus montañas, y en ellas miles de indígenas tzeltales que desde el Siglo XIX producen café, pero que no se habían beneficiado de la riqueza que generaban.
Esclavitud, terratenientes, intermediarios, corrupción, asistencialismo gubernamental, especuladores bursátiles, disputas internas o falta de preparación se erigieron durante décadas (no de manera simultánea) como obstáculos para que los tzeltales se vieran justamente beneficiados. Sin embargo, existen sólidos esfuerzos encaminados a revertir lo anterior. Uno de ellos es Capel tic.
Hoy, el ITESO ya cuenta con una cafetería de la cooperativa Capel tic ("Nuestro café" en lengua tzeltal, ubicada en el edificio de Arquitectura y Diseño), que, al igual que sus "hermanas" en la Universidad Iberoamericana (Uia) Ciudad de México y Puebla, es fruto de un laborioso proyecto construido por comunidades indígenas tzeltales y la Compañía de Jesús en la Misión Jesuita de Bachajón, con objetivos claros e inspiradores: "Buscar el máximo beneficio social y no la utilidad… Ser la referencia en cuanto a calidad y participación social en diversos puntos de venta a nivel mundial para retribuir de manera justa y digna el trabajo de pequeños productores indígenas y sus familias".
Capeltic vende café, miel y jabones de origen orgánico; cultiva el café con prácticas agroecológicas, sin fertilizantes ni pesticidas químicos; forma parte de Yomol A'Tel, un grupo de empresas tzeltales que da empleo a alrededor de 300 personas y beneficia directamente a más de dos mil indígenas de unas 65 comunidades.
Capeltic es un proyecto a largo plazo, y por eso tiene en Chiapas una Escuela de Café y una Escuela de Sustentabilidad. Produjo 30 toneladas de café tostado en 2013 y contempla llegar a 90 en 2014 y les paga un precio justo a los productores (hasta 50 pesos por un kilo de buen café pergamino, en lugar de los 23 de los "coyotes"), lo que le permite apartarse de los designios de la Bolsa neoyorquina.
"Buena vida, buen vivir"
Lequil kuxlejalil significa en español "Buena vida, buen vivir". Esta frase tzeltal es la clave que rige el trabajo de la cooperativa, donde laboran varios egresados del Sistema Universitario Jesuita (SUJ).
"No se trata de cuánto dinero puedo acumular, sino de cuánta armonía puedo tener con la madre tierra, con mi gente y qué tan bien puedo hacer mi trabajo", explica Alberto Irezabal, egresado de Ingeniería Industrial de la Uia Ciudad de México y director de Estrategia Institucional de Yomol A'Tel.
Para entender de dónde vienen las tazas que se sirven en las cafeterías Capeltic hay que regresar a 1992, cuando la Misión Jesuita de Bachajón –que desde 1958 trabaja con los indígenas– fundó el Centro de Derechos Indígenas, AC (Cediac), hoy a cargo de Óscar Rodríguez, SJ.
El Cediac auspició el desarrollo de la cooperativa Tsumbal Xitalha' y la micro-industria Bats'il Maya, dos organismos dedicados a asesorar y capacitar a los indígenas de municipios como Chilón y Sitalá, con la idea de que se organizaran y empezaran a producir café orgánico en lugar de convencional.
Al principio no fue sencillo, pero la calidad del café se elevó y los productores dejaron de venderlo solo como materia prima, empezaron a tostarlo y molerlo con el objetivo de encontrar nuevos mercados, y hoy lo exportan a Japón, Estados Unidos y España (más detalles en la página www.capeltic.org).
Pero quedaban dudas en el aire: "¿Cómo empatar los ritmos tzeltales de producción con los del mercado?", se preguntaba en un reportaje de la revista Magis don José Aquino, catador oaxaqueño de la Escuela de Café, inquietud que analiza Jaime Morales, profesor e investigador del ITESO.
"Como cooperativa ellos imponen los precios a nivel regional; eso no es cualquier tontería. Pueden pensar en subir la producción, pero con reflexión, no nomás aumentar por aumentar", afirma este doctor en Agroecología y Desarrollo Rural Sustentable por la Universidad de Córdoba, España, quien periódicamente viaja a la zona como asesor de la producción cafetalera.
Morales se explica: el café orgánico se paga bien y los indígenas reciben el dinero de inmediato, pero si únicamente se dedican a cultivar dicho grano, podrían descuidar el maíz, el frijol y la calabaza, para luego ir a comprarlos a sobreprecio con los "coyotes", endeudarse y reinstalar un círculo vicioso.
"¿Cuál es el punto de equilibrio? De las tres hectáreas que tiene cada familia [en promedio], ¿cuántas van para café y cuántas para la milpa? No se requieren visiones convencionales, sino creativas", afirma el académico, quien subraya que Capeltic es algo mucho más grande que un mero local de venta de café orgánico indígena.
Uia, ITESO y Capeltic se asocian
Para Morales, este "es un proyecto que permite articular a las universidades jesuitas con proyectos sociales de los jesuitas; es una manera de poner a los alumnos en contacto con la realidad para que puedan colaborar y aportar soluciones. Tiene un gran potencial didáctico".
Miguel Torres y Alejandro Rodríguez, egresados de Relaciones Internacionales y Administración Financiera del ITESO, respectivamente, trabajan en el municipio de Chilón.
"Cuando llegué me di cuenta que todo convergía en ese lugar", recuerda Miguel, quien se topó con un proceso profesional que gravitaba alrededor del café.
"Capeltic no es una cafetería, es una ventana de oportunidad para concretar acciones de cooperación y desarrollo, de comercio justo y solidario, de vinculación y educación", afirma.
Con el apoyo de una treintena de instituciones, empresas y organismos internacionales, la gente de Capeltic sigue aprendiendo, mejorando sus procesos de producción, formando baristas (expertos en café), innovando con un catálogo de 44 bebidas diferentes y reinvirtiendo las ganancias en el proyecto, plenamente conscientes de la enorme riqueza que contiene una taza de buen café chiapaneco.
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