Servicio a la comunidad en el Día del Nutriólogo

Judith Morán

En un plato de chilaquiles hay entre 200 o 260 calorías. Ese fue el cálculo que hizo Cristina y cuando se dio a conocer la respuesta correcta, sus ojos se abrieron dejando ver su sorpresa al saber que este platillo tiene mínimo 400 calorías y que puede llegar a las 600.

Cristina tiró el dado otra vez y ahora le tocó adivinar cuánto tenía una dona (entre 200 y 250 calorías), y por último una manzana (90 a 150 calorías). Esta era la mecánica de la "Ruleta de los alimentos", una de las actividades realizadas durante la celebración del Día del Nutriólogo en el ITESO el miércoles 28 de enero.

Desde temprano, en el jardín que está ubicado frente a la cafetería Central se instalaron talleres en los cuales los integrantes de la comunidad universitaria, además de conocer cuánta sal, azúcar adicionada y grasa tienen algunos productos, resolvieron algunas dudas sobre nutrición, entre ellas el llamado "Mal del puerco", que se origina por una ingesta excesiva de carbohidratos o de azúcar en la que el cuerpo debe emplear mucha energía para procesarla.

En un vaso transparente, los asistentes contaron las cucharadas de azúcar que creían que deberían contener diferentes bebidas, que iban desde jugos hasta bebidas energéticas, sin omitir los refrescos. Unos acertaron y otros superaron los gramos, y cuando se les mostraba cuál era la cantidad recomendada para hombres y mujeres las preguntas comenzaron a surgir, por ejemplo: ¿con un té de éstos sobrepaso la cantidad sugerida?, ¿qué problemas tiene un diabético?, ¿en qué debo fijarme en las etiquetas?, dudas que los estudiantes de la Licenciatura de Nutrición y Ciencias de los Alimentos (http://carreras.iteso.mx/nutricion-ciencias-alimentos) les ayudaron a resolver.

"Quítate los zapatos y los calcetines" pedían los alumnos de Nutrición y Ciencias de los Alimentos cuando una persona quería hacerse una medición antropométrica. Luego de medir su estatura, hacían una serie de preguntas para obtener datos como la edad y cuáles eran sus hábitos en cuanto a actividad física, toda esta información se cargaba en la báscula que arrojaría los porcentajes de agua corporal, masa ósea, grasa corporal y visceral. Ahí mismo se interpretaron los resultados de su valoración: nivel saludable o nivel de exceso.

Mientras tanto, un grupo de alumnos organizó un partido de futbol–vóley, otros lanzaban un frisbee o intentaban que un hula hula no cayera al suelo, y unos más curioseaban el Ludomóvil del Centro de Educación Física y Salud Integral.

Comer para tener mejores resultados deportivos

Bajar hasta 30 por ciento los tiempos de competencia y sufrir menos lesiones son algunos de los beneficios que la velocista jalisciense Cristina Guevara apreció una vez que incluyera a un nutriólogo en su equipo.

La atleta estuvo en el campus y tras la charla del académico Luis Aarón Quiroga Morales sobre nutrición y rendimiento deportivo, compartió con los estudiantes que sus tiempos de recuperación también fueron más rápidos con la alimentación adecuada.

Cuando no está en temporada de competencias, Guevara consume 2 mil 300 calorías y en tiempo de competencia su dieta es de 3 mil 500, el haber continuado con este régimen alimenticio en etapa de menos esfuerzo físico la llevó a subir un poco de peso.

Quiroga, quien es maestro en nutrición clínica y especialista en nutrición deportiva, expuso que es necesario encontrar la alimentación adecuada para cada deportista puesto que sus requerimientos son diferentes según su físico y la disciplina a la que se dedique. Esto aplica en deportistas de alto rendimiento, pero también para aquellos que practican deporte dependiendo de sus objetivos como reducir grasa o aumentar su musculatura.

Cansancio, dolores de cabeza, mareos y debilidad son algunos de los síntomas que una persona puede presentar si realiza prácticas deportivas sin tener la alimentación adecuada.