Un grupo de alumnas de Nutrición promueve la alimentación sana en el centro de Jalisco
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Un grupo de alumnas de Nutrición promueve la alimentación sana en el centro de Jalisco
El ITESO puso en marcha un proyecto con niños y adultos en Acatlán de Juárez para reducir los niveles de sobrepeso e incentivar prácticas comunitarias saludables.
Judith Morán
"Yo quiero hacer la mariposa". "¿Me das del tuyo?" "¡Cómete las llantas!"
Estos eran algunos de los comentarios de los niños de una primaria de Acatlán de Juárez que acababan de hacer un barco pirata. Las velas estaban hechas de sandía, también hicieron una flor con pétalos de fresas y un auto a partir de un plátano y rodajas de guayaba. Comer sano y reír, un ejercicio que los tuvo entretenidos un buen rato.
Melissa del Rincón, junto con otras estudiantes de la carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO, les llevaron ideas y los materiales para elaborar platillos sanos.
Hubo niños que se comían su colorido plato y de inmediato volvían a formarse para hacer otros refrigerios que, en algunos casos, estaban hechos con verduras, raras veces favoritas de los infantes.
En la plaza principal de este poblado de la región centro de Jalisco –ubicado a 30 minutos del Área Metropolitana de Guadalajara–, las alumnas instalaron una Feria de la Salud el viernes 4 de marzo, dirigida a niños y adultos.
Dulce Guerra hizo pruebas de hemoglobina en niños menores de cinco años para saber si tenían anemia, después los midió y pesó. Mariana López, voluntaria en el proyecto, explicaba a las mamás el resultado para que supieran si estaban dentro de los rangos normales, de acuerdo con el peso y la edad de sus hijos.
A las madres de Acatlán les llamó la atención una mesa con galletas, bolsas de botanas y distintas bebidas embotelladas, ya que junto a cada producto se colocaron las cantidades de azúcar, sal o grasas que contenían, comparándolas con las cantidades máximas recomendadas.
"Yo bebo este jugo porque es de arándano, pero no sabía que tenía tanta azúcar", comentó una mamá. Otra se dio cuenta de que una bebida deportiva que suele darle a su hija cuando se enferma del estómago contiene enormes cantidades de azúcar y sodio, nada recomendables para una niña, por lo que las alumnas le recomendaron mejor comprar sueros.
"Por eso no te dejan llevar refresco al kínder, porque tiene mucha azúcar", le subrayó una madre a su hijo.
La feria marcó el arranque del proyecto "Intervención participativa para mejorar la alimentación y la actividad física de los escolares de Acatlán de Juárez", impulsado por la carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos y el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) "Nutrición comunitaria".
Durante tres años, en tres primarias de Acatlán se aplicará este programa, detalla Paulo Orozco, coordinador del PAP, con el objetivo de cambiar la composición corporal de infantes y adultos y obtener datos bioquímicos que muestren su estado de nutrición.
"Se busca evidencia científica para incidir en políticas públicas de alimentación y actividad física en las escuelas primarias. La investigación tiene que servir para incidir en una mejora estructural", añade el profesor.
Un programa similar fue el que implementaron el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile y la empresa Tresmontes Lucchetti, la cual también está financiando el proyecto de Acatlán.
Entre los asesores del proyecto –del que la Universidad de Guadalajara es co-investigador– está el Instituto Nacional de Salud Pública, responsable de subir los impuestos a refrescos y comida chatarra en México, medida que ha conseguido un descenso en su consumo.
En la primera etapa, el municipio pidió un censo del peso y las tallas en las primarias, y uno de los primeros hallazgos fue que los niños de Acatlán con sobrepeso u obesidad están arriba de la media nacional: 38 por ciento frente al 34.4 por ciento.
"Queremos intervenir en el consumo de alimentos [sanos]; en su disponibilidad en las escuelas –las cooperativas–; en la formación y sensibilización de maestros, niños y papás, y en eventos comunitarios como la feria, para que no todo se quede en la escuela", explica el coordinador del PAP.
"La idea del proyecto es hacerlo participativo y generar un modelo que se pueda replicar en otras partes del país para atacar este problema tan fuerte que es la obesidad".
Antes miel, hoy Splenda
La gente de Acatlán dice que come lo mismo que antaño, pero que ya no lo obtiene de sus huertos, sino que ahora compra frutas y verduras en la tienda. Esta fue una de las primeras observaciones que hizo Ivonne Ayala, alumna de la licenciatura, tras una serie de entrevistas con los habitantes.
Antes, las casas tenían un corral en el que había animales que los proveían de carne, huevo o manteca, además de algunas plantas como jitomate; las propiedades se dividían con barreras vivas, como nopales, es decir, tenían fuentes de alimentación al alcance de su mano.
Para endulzar sus alimentos tenían miel o piloncillo y ahora, además de hacerlo con azúcar, hay quien usa Splenda, porque le han dicho que es mejor. Otro cambio en la alimentación tiene que ver con el consumo de agua fresca. En lugar de hacerla con ingredientes naturales prefieren los sobres que venden en las tiendas.
En el verano, a la par de Acatlán, el PAP irá al Centro Polanco, para lo cual está abierto a las aportaciones que quieran hacer estudiantes de Ciencias de la Educación o Psicología, ya que el trabajo interdisciplinar es indispensable para obtener mejores resultados.
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