Investigan propiedades de probióticos para combatir la obesidad
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Investigan propiedades de probióticos para combatir la obesidad
Académicos de los departamentos de Psicología, Educación y Salud y de Procesos Tecnológicos e Industriales indagan sobre el impacto que pueden tener los probióticos para prevenir el sobrepeso.
Adriana López-Acosta
México es el país con mayor índice de sobrepeso y obesidad, de 34 evaluados, entre la población mayor de 15 años, de acuerdo con el informe Panorama de la Salud 2017, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Además, tiene los indicadores más altos en niños y adolescentes.
La obesidad es un asunto de salud pública y emergencia sanitaria, declarada por la Secretaría de Salud. Sin embargo, en 2018 sólo se destinarán 17 millones de pesos, provenientes de la recaudación, para llevar a cabo programas de promoción, detección, tratamiento, control y combate al sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónico degenerativas.
El ataque a este problema tiene muchos frentes, pues no sólo se resuelve con actividad física o estrictos regímenes alimenticios. Hay factores que tienen que ver con la genética, la edad, las enfermedades previamente adquiridas y también con la implementación de programas interdisciplinarios.
Los departamentos de Psicología, Educación y Salud (DPES) y de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) del ITESO sumaron fuerzas para investigar sobre alguna posible solución.
A partir de investigaciones previas, se ha encontrado que la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico son padecimientos que están relacionados con la cantidad y el equilibrio de bacterias que una persona contiene en el intestino.
"Encontramos que el consumo de ciertos probióticos y prebióticos podría ayudar a combatir la obesidad. La idea es administrar uno que se produzca en el ITESO que pueda ayudar a disminuir el grado de obesidad, pero, mayoritariamente, de los marcadores bioquímicos: glucosa, lípidos, factores de inflamación, que son los que predisponen al riesgo cardiovascular", explica Laura Arellano, académica de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos y coordinadora de la clínica Nutricia ITESO.
Arellano forma parte del equipo de investigación que, en octubre de 2017, obtuvo recursos del Fondo de Investigación del ITESO, junto con Édgar Mendivil, profesor del DPES, y Óscar Rojas, coordinador del Programa formal de investigación del DPTI.
La idea de la investigación es suministrar probióticos a pacientes en observación durante cuatro meses, para determinar cómo pueden influir en lucha contra la obesidad.
Los probióticos son microorganismos vivos adicionados que permanecen activos en el intestino, en cantidad suficiente, para alterar la microbiota intestinal de una persona.
"Al nacer, somos estériles y libres de estas bacterias. Diferentes factores intervienen en la generación de la microbiota, en que empiece a poblar nuestro tracto gastrointestinal con diferentes bacterias benéficas y que, según se ha demostrado, ejercen un papel importante en factores como el control de peso y las enfermedades gastrointestinales", explica Édgar Mendivil, también académico de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos.
"El uso de probióticos de ciertas bacterias benéficas se ha asociado con el mejoramiento de características en diferentes partes de nuestro organismo. Nosotros nos enfocamos en la parte metabólica, en controlar el porcentaje de grasa, de peso corporal, y de estos marcadores del riesgo cardiovascular. Queremos dar un probiótico, es decir, una bacteria, que pueda ayudar a disminuir el porcentaje de grasa y mejorar sus marcadores bioquímicos", añade.
A escala celular, varias personas con obesidad tienen cierto perfil de bacterias que están asociadas con el sobrepeso. Con el uso de estos probióticos se podría causar una modificación en la microbiota. El estudio pretende investigar si esto impactará positivamente contra la obesidad.
"Hay una estrecha relación entre la edad, la alimentación y factores genéticos para la obesidad. La cantidad y el tipo de microorganismos en nuestro cuerpo cambia todo el tiempo, y entre una persona y otra. Inclusive, hasta por emociones. Un día nos estresamos o nos enojamos, y comemos mucho y algo poco saludable, y nuestra dinámica poblacional dentro del estómago va a cambiar totalmente. Eso va a impactar en todos los factores y parámetros que estamos midiendo nosotros", afirma Óscar Rojas.
La idea, explica Rojas, es administrar un probiótico muy específico, Lactobacillus plantarum, y ver cómo influye en personas con diferentes condiciones.
Óscar Rojas, Laura Arellano y Édgar Mendivil.
A partir de marzo comenzarán las pruebas con cuatro grupos de estudio formados por integrantes de la comunidad universitaria o sus familiares, de veinte personas cada uno. A uno de ellos se le administrará el probiótico; a otro, extracto de té verde; a otro, la muestra simbiótica de té verde con el probiótico, y al cuarto, un placebo.
"El té verde lo elegimos porque se ha encontrado que tiene buena actividad antioxidante y permite que las bacterias crezcan en buenas condiciones. En las cantidades que administraremos tiene la capacidad de favorecer la multiplicación de estas bacterias en 200 por ciento. La intención es administrar la bacteria con este compuesto para potencializar ese efecto en el cuerpo humano", comenta Rojas, y añade que este té es diferente a otros productos que lo administran con hidratos de carbono, y que pueden afectar a personas con diabetes.
Las 80 personas de los grupos deberán tomar diariamente su dosis indicada durante cuatro meses. Ni los sujetos de estudio ni el equipo de trabajo sabrán qué se les está dando. La idea es convocar a hombres y mujeres de 18 a 40 años con obesidad, pero sin diabetes o hipertensión detectadas. Las personas que pueden participar en el estudio deben pertenecer a la comunidad universitaria o ser familiares de la misma.
Quienes se interesen y sean convocados, deberán pasar por un filtro que consiste en hacerse pruebas de sangre y fecales, y realizar una entrevista para conocer sus hábitos de alimentación, su actividad física y los medicamentos que estén tomando, además de que se les realizará un estudio de composición corporal.
"Todas las pruebas van a tener un efecto positivo, exceptuando el placebo, pero el que esperamos que tenga un incremento considerable es nuestra propuesta del simbiótico", dice Rojas.
La intención de esta investigación es producir más conocimiento para atender el problema de la obesidad; colaborar con publicaciones para revistas de investigación, participar en congresos nacionales e internacionales y, en caso de que el simbiótico sea favorable, registrar una patente.
En la investigación también colaboran el Proyecto de Aplicación Profesional "Desarrollo tecnológico para la sustentabilidad ambiental, energética y alimentaria"; el Centro Universitario de Tonalá, de la Universidad de Guadalajara, y la Universidad Autónoma de Nuevo León.
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